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«ACTOS DE PODER»: ¿Dónde está el presidente?

La comunicación entre México y EU se ha desarrollado vía Twitter. 

Cuando escribo estas líneas, la diplomacia entre México y Estados Unidos tiene una nueva vía: el Twitter.

 

Después de la firma de un Acto de Poder de Donald Trump en el que instruía a comenzar los estudios para la construcción del muro en la frontera sur de Estados Unidos, y la respuesta extremadamente moderada del presidente Enrique Peña, la comunicación de ambos Jefes de Estado se ha desarrollado a base de tuitazos.

 

La mañana del miércoles, Trump le dice a México y a su presidente que EU tiene un déficit comercial de 60 mil millones de dólares. Luego, bully que es, le dice a Peña Nieto que si México no paga el muro, mejor que no vaya a Washington a la reunión que tenían prevista para la próxima semana.

 

Peña Responde por la misma vía que no irá a la reunión programada pero que México reitera su voluntad de trabajar con el vecino para lograr acuerdos que beneficien a las dos naciones.

 

En los últimos meses, el gobierno mexicano dejó sin respuesta las ofensas de Trump que como candidato, primero, y ahora como presidente, lanzó en contra de México y los mexicanos.

 

Los cálculos del equipo del presidente, el círculo más cercano, no le dieron importancia a las groserías del magnate hoy convertido en el hombre más poderoso del planeta.

 

Conforme fueron avanzando las campañas en Estados Unidos, los ataques contra México recrudecieron. Mientras más intensos los ataques, el silencio del gobierno mexicano fue más denso.

 

Desde entonces, los mexicanos no sabemos quién dirige al país. Todo está fuera de cauce. La seguridad nuevamente repuntó. La economía está peor que nunca. La falta de empleo está por repuntar y a México le falta un liderazgo.

 

Enrique Peña Nieto llegó a la presidencia  precedido de un controvertido gobierno en el estado de México. Muchas obras inconclusas, y muchas de las que se construyeron no han servido con el paso de los años.

 

Sus principales apoyos políticos están totalmente derrotados, huyendo y siendo perseguidos por los actos de corrupción cometidos como gobernadores de Veracruz (Javier Duarte); Quintana Roo (Roberto Borge); Chihuahua (César Duarte), a los que resumía como los baluartes del Nuevo PRI mismo al que él, Peña Nieto, pertenecía.

 

Su gabinete no se ve tampoco. Ante la crisis del gasolinazo, sólo el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, salió en defensa de la política económica de su jefe, pero nadie más.

 

Peña Nieto no goza ya de popularidad. Ya no es el personaje que llama la atención al mundo por lograr el Pacto por México y las Reformas Estructurales. Ahora es el presidente de una nación que es atacada por otro presidente que acosa con 140 caracteres y cimbra las estructuras financieras y económicas de todo un país.

 

Peña Nieto tiene una aceptación de 12% a su desempeño. No es un presidente popular. Tampoco genera confianza en sus gobernados. Están enojados con él por no actuar en contra de sus amigos corruptos y por no mostrar carácter al momento de enfrentar a quien ofende y actúa en contra de los intereses de México.

 

No sabemos dónde está el presidente, aquel que juró defender a la patria un primero de diciembre de 2012.

 

 

Lo peor de todo es que desde su principal detractor, Andrés Manuel López Obrador, hasta el más fin de sus seguidores, le han manifestado apoyo para enfrentar el bully al que lo ha sometido el presidente Donald Trump y no da razón de querer el apoyo de sus adversarios políticos, de sus simpatizantes ni de sus gobernados.

 

Pocas veces en la historia un personaje con tan baja popularidad puede revertir a su favor la adversidad (que por cierto ayudó a construir al invitar a Trump como candidato a México y darle trato de Jefe de Estado), y Enrique Peña Nieto tiene esa oportunidad en sus manos.

 

Lamentablemente creo que la oportunidad pasará de largo. Tenemos dos años enfrente en los que la incertidumbre nos va a golpear como país.

 

Ya tenemos una certeza: Trump nos va a golpear un día sí y otro también. La incertidumbre radica en que los mexicanos no sabemos en dónde está nuestro presidente. 

 

 

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