El Obama más triste que vimos fue en su última conferencia de prensa como Presidente.
En la última rueda de prensa de Obama Barack, desde el pequeñito y apretadísimo salón de conferencias de la Casa Blanca, no vimos al hombre confiado y optimista que el mundo conoció en los últimos ocho años. No. Él bajaba la mirada, trataba de transmitir mensajes de esperanza, pero vimos a un Barack Obama profundamente apesadumbrado, el lenguaje corporal lo delataba: no había nada del hombre ergido y sonriente, tenía la espalda encorvada, la mirada triste… era un hombre deprimido.
“Muchos periodistas me han preguntado, off the record: ‘ya en serio ¿Cómo te sientes?’ En el centro de mi ser, estoy bien”, dijo Obama a los reporteros de la fuente presidencial, pero la expresión de su rostro decía otra cosa.
Detrás de esa pesadumbre puede haber un sentido de fracaso monumental, por dejarle la Casa Blanca, no sólo a un republicano, sino de todos los republicanos de la unión americana, justamente a uno que es profundamente racista y un “bully profesional”, Donald Trump.
Un hombre que ha nombrado un gabinete profundamente conservador, anti-inmigrante, cuando la simple llegada de Obama a la Casa Blanca en 2008 le había dado a los norteamericanos la esperanza de que podían ser una sociedad más igualitaria.
En su última conferencia de prensa, éste hombre afroamericano de 54 años, graduado de la escuela leyes de Harvard, compartió algunas de sus preocupaciones más profundas sobre la era Trump y los consejos que le dio al magnate.
Uno de ellos tiene que ver con la importancia de elegir a un buen equipo de trabajo –al gabinete y al staff de la Casa Blanca– que le dé al presidente la mejor información y las mejores alternativas para resolver los problemas.
“Pero si el presidente queda aislado porque el trabajo en equipo se interrumpió, o sólo estás escuchando a la gente que está de acuerdo contigo en todo, y no tienes un proceso para verificar si tus políticas públicas están funcionando, entonces es cuando empiezas a cometer errores”, sostuvo Obama.
Y se refirió a uno de los conflictos más delicados del planeta, el árabe-israelí y lo que podría suceder si un mandatario estadounidense se deja llevar por sus pasiones.
Esto es lo que le habría dicho al equipo de Trump: “pongan atención a este tema, porque es un tema muy volátil… somos ‘el chico más grande de la cuadra’, y si van a hacer grandes cambios en política exterior, sólo asegúrense de que lo han pensado a consciencia y han comprendido que habrá consecuencias”.
Y expresó que desde su perspectiva, si no se crean dos estados en la zona, tanto el Estado de Israel como el Estado Palestino, “entonces lo que se está haciendo es extender una ocupación; en realidad acabas teniendo un Estado donde millones de personas son residentes de segunda clase –los palestinos–”.
Dedicó un espacio importante para hablar de los ‘Dreamers’, muchos de ellos jóvenes mexicanos que han crecido y estudiado en la unión americana pero no tienen la ciudadanía estadounidense, y dio a conocer que si en los próximos meses ve que la administración Trump los deporta masivamente, “eso ameritará que hable públicamente sobre el tema”.
Aunque es un tema sumamente polémico, pues aunque Obama se distinguió por proteger a los Dreamers, su administración rompió el récord de deportaciones de los demás grupos de personas indocumentadas, 2 millones 571 mil 860 personas, entre el 2009 y el 2015, de acuerdo a las cifras del Departamento de Seguridad Nacional.
Casi al final de su última conferencia como presidente de Estados Unidos, Obama habló de la fe que tiene en su país y en su gente, así como de la visión que tiene de los seres humanos en general: “Creo que la gente es más buena que mala. Creo que pasan cosas trágicas, pero si trabajamos duro y somos fieles a lo que es verdadero y correcto en nosotros mismos, entonces el mundo está cada vez un poco mejor”. Así se retiró de la salita de conferencias, bajando la mirada, una vez más.
Georgina Olson. Reportera, apasionada por la investigación; afición que abarca desde reportajes de la Venezuela chavista, pasando por el tráfico de armas, la migración centroamericana, hasta la explotación del oro mexicano por los consorcios mineros internacionales. Es licenciada en Relaciones internacionales por la Universidad de las Américas, maestra en Periodismo por la Universidad del Rey Juan Carlos de Madrid-Agencia EFE. En 2010, The Woodrow Wilson Center y The Washington Post la becaron para realizar una investigación sobre tráfico de armas de EU a México, publicada en Excélsior.