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«MIRADA GLOBAL»: ¿Aprender a ser feliz?

El perdón, el amor y la amistad contribuyen a alcanzar la felicidad. 

Susan Sontag alguna vez escribió que la salud es algo que se aprecia sólo cuando no la tenemos. Cuando enfrentamos alguna enfermedad física o mental, con el hecho ver al médico de confianza es motivo hasta de sentir cierto alivio. Y no hay mejor gozo que el sentirse pleno y vital, con ánimos de enfrentar lo que sea. Por eso me llamó la atención el libro “De la Felicidad a la salud”. Cómo ser feliz para tener una buena salud. 

 

El título, parecería el clásico de autoayuda, pero es un ensayo más que interesante de Emilio La Rosa. Un médico de origen peruano, radicado en Francia, experto en cardiología, salud pública y de prestigiosas universidades como la Sorbonne; además de doctor en Antropología y Ecología, vicepresidente del Comité de Biotécnica de la UNESCO. En fin, toda una autoridad médica.

 

En el libro plantea que una persona puede aprender a ser feliz. Pero además que la felicidad tiene una estrecha relación con los niveles de salud. Esto gracias a la neuroplasticidad, que es la capacidad del cerebro para crear nuevas conexiones en toda la vida. Desde su perspectiva científica, nacer en entornos difíciles, sean emocionales o medioambientales, no tiene por qué condenar a los seres humanos al sufrimiento ni a la enfermedad.

 

El libro de Emilio La Rosa fue publicado por el Fondo de Cultura Económica. Y dice el autor que va dirigido a todos, en lenguaje sencillo, no a expertos médicos ni científicos. Todo partió de experiencias clínicas y personales, de cómo algunos de sus pacientes somatizaban los sentimientos negativos en enfermedad. 

 

Da a conocer diversos estudios en los que, por ejemplo, se ha demostrado que las personas pesimistas tienen niveles más altos de presión arterial. La ansiedad y la depresión son factores que pueden predisponer a una afección cardiaca. No habla de los factores tradicionales como mala dieta, tabaquismo, obesidad, sino del impacto emocional negativo en la salud del cuerpo. Pero desde mi punto de vista, lo más importante es su planteamiento de que se pueden modificar las percepciones negativas. Sí, ver el vaso medio lleno más que medio vacío, dice Emilio La Rosa, puede ser la diferencia entre tener una vida sana o enferma.

 

En el ensayo, se define a la felicidad como “un sentimiento subjetivo y positivo, una satisfacción personal generada por la obtención de un bien, en particular espiritual o inmaterial”. Si preguntáramos a cualquiera que se nos atravesara, qué es la felicidad, tendríamos muchas y variadas respuestas. Pero no está en las personas ni objetos que nos rodean: está en el interior de cada uno de nosotros, dependiendo de la capacidad que tenemos de disfrutar. Para el autor, “el optimismo, la generosidad, el perdón, el amor y la amistad, así como el humor y la risa, contribuyen a alcanzar la felicidad”.

 

El libro lo había leído hace unos meses. Qué mejor motivo que comenzar un año con el propósito de sonreírle un rato a la vida. La Rosa incluso propone llevar la enseñanza de la felicidad a las aulas. Y no suena nada mal la idea.

 

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