Son de notable grado de misoginia comentarios en las redes sociales contra la medallista olímpica.
La velocista –orgullo mexicano– y ahora senadora por el PT, Ana Gabriela Guevara, fue víctima de un brutal ataque a manos de cuatro rufianes, quienes la golpearon a punto de casi hacerla perder un ojo y en el peor de los casos, pudo haber quedado muerta en plena carretera.
El tema ya ha sido expuesto en todos los medios y en las redes sociales. La misma senadora dio una conferencia de prensa en la que explicó la forma en que se dieron los hechos. Lo que aquí nos importa es la oleada de comentarios machistas, misóginos y homofóbicos que ha levantado la historia de tan salvaje ataque a un ser humano.
No importa si la señora es lesbiana o si no lo es. Que si es hombruna y ruda en su hablar o su comportamiento, tampoco importa.
Tiene fama de altanera, ruda, prepotente, empoderada y sí, de machina y de muy mal hablada y arrogante. Pero eso tampoco importa.
Nadie merece pasar por una situación tan humillante y tan peligrosa a la vez, por el simple hecho de ir conduciendo, caminando, hablando, comiendo o expresándose en público.
Provoca una profunda indignación leer comentarios en las redes sociales donde se pone de manifiesto una terrible homofobia. La misma que aparentemente se va erradicando poco a poco, pero por lo visto no es así. Lamentablemente, hechos como éste, nos llevan 50 años atrás en la lucha por los derechos de la comunidad LGBT y nos demuestra que la cultura social en la que vive nuestro país no ha avanzado gran cosa.
Los siguientes comentarios aparecieron en el portal Medio Tiempo:
Darío Alberto Uribe Suárez: “La confundieron con un cabrón”.
Edgard Soto: “Es mujer”. Miguel Medel: “Es mujer lesbiana”. Armando Martínez: “Por eso se la madrearon”.
Javier Schweinsteiger: “Fue tiro vat contra vato, no hay pedo”
Agustín Caballero: “Ah chingá, ¿que no era hombre?”
José Salas: “Parece vato, yo creo que la confundieron y la dejaron tipo Fabiruchis”.
Bryan Solar: “Jajajaja, ya está menos pinche fea”.
Aquí no estamos hablando de una gloria del deporte o de una representante en la Cámara de Senadores, ni de si es lesbiana o no. La señora Ana Gabriela Guevara es un ser humano y como tal y como todos, merece respeto, garantías y vivir con los mismos derechos que el resto de los ciudadanos de este país.
Los delincuentes que la atacaron, merecen el mayor de los castigos y la más severa de las sentencias.
Esto también debe ser una alerta para todas ésas mujeres que se sienten intocables cuando confrontan a los hombres pensando que por el hecho de serlo, éstos se van a echar para atrás y las van a respetar. Aquello de que no se les toca ni con el pétalo de una rosa, muchos barbajanes se lo pasan por el arco del triunfo.
Ni las mujeres, ni ninguna persona debería discutir con nadie en terrenos neutrales de calle porque no sabemos con quién nos vamos a enfrentar. En el más trágico de los casos, hasta una pistola nos pueden sacar, y no vamos a vivir para contarlo.
Al cierre de ésta nota, sólo sabemos que se ha identificado al auto en el que viajaban los atacantes y que pertenece a una mujer.
Ojalá que las autoridades den seguimiento al caso y que no por ser una figura pública se le dé más importancia que a quienes no lo son y sufren del mismo maltrato a manos de asesinos en potencia que muchas veces gozan de impunidad.
Raúl Piña es egresado de Ciencias de la Comunicación (UNAM). Extrovertido, el mejor contador de chistes y amante de las conversaciones largas. Fiel a su familia, de la que adopta honor, valor y mucho corazón. Vive en Toronto, Canadá, desde hace 20 años, pero sus raíces sin duda son 100% mexicanas. Escribe como le nace y como dijo Ana Karenina: “Ha tratado de vivir su vida sin herir a nadie”.