¿Se puede hablar de literatura o los autores están optando por escribir sólo para vender masivamente?
A la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara se le critica porque a pesar de ser la más importante en lengua española, no ha logrado incrementar el índice de lectura per cápita en México. Incluso la Asociación de Librerías en México (ALMAC) adelantó que en enero dará a conocer los resultados de un estudio que sostiene que ha bajado el número de libros leídos en un año por habitante. También se cuestiona su millonaria inversión, 107 millones de pesos en esta edición 2016. Pero hay algo que debemos reclamar con ahínco: muy pocas mujeres han recibido el premio FIL, tan sólo tres a lo largo de sus 30 ediciones.
Habrá que atribuirle una hazaña a la FIL, y es que mágicamente varios políticos se vuelven escritores, especialmente previo a procesos electorales. La feria se ha vuelto atractiva para la grilla política, sin importar ideologías partidistas. Así que no será extraño que en la próxima edición, en la que Madrid es la ciudad invitada de honor, abunde la pasarela de gobernantes y políticos con miras a ocupar cargos públicos para el 2018.
A esos “líderes de opinión” sólo hay que recordarles que lo que pasa en la fiesta, no se queda ahí, sino que se conoce en todo el mundo. Nadie olvida que fue en el marco de la FIL cuando Enrique Peña Nieto, actual presidente de la República, trastabilló al no recordar los tres libros que marcaron su vida.
Curiosamente, pasan las administraciones de gobierno y legislaturas, pero se siguen padeciendo los males añejos: poca comprensión lectora entre la población y escasos apoyos a la cadena productiva del libro. ¿De qué calidad son los libros que leen los jóvenes? ¿Se puede hablar de literatura o los autores están optando por escribir sólo para vender masivamente?
Lo plausible de la FIL es que en 30 ediciones ha logrado acercar a miles de niños y jóvenes a los libros y sus autores. Por los pasillos es común encontrarse a premios Nobel de literatura; en esta edición se veía feliz al peruano Mario Vargas Llosa. Y todavía se recuerda a Gabriel García Márquez y a José Saramago saludando a los jovencillos entre los libros.
Como toda historia, la Feria no se escapa de capítulos de felicidad, intriga y suspenso. Recordemos la polémica cuando la familia Rulfo prohibió utilizar el nombre del escritor jalisciense al considerar que el galardón literario se entregaba a “amigos” y a gente sin “calidad moral”. Se tuvo que cambiar el nombre del premio a “FIL, en lenguas romances”.
Se han vivido grandes momentos, como la reacción del maestro José Emilio Pacheco al expresar que estaba “turulato y patidifuso” con la noticia de haber sido galardonado con el Premio Cervantes. Cuando Cuba fue el invitado de honor, corrió como pólvora el rumor de que un grupo de cubanos había sido secuestrado momentáneamente en uno de los salones. No han faltado los momentos de glamour, cuando la realeza española representada por el entonces príncipe de Asturias, Felipe de Borbón (en 2006) recorrió los pasillos. Ahora hasta una pareja de enamorados se casó en la FIL.
En la primera edición hubo 83 presentaciones de libros, ahora fueron 619 nuevos títulos. “Cárdenas por Cárdenas”, fue uno de ellos, cuenta la historia del general Lázaro Cárdenas, en algunos momentos narrados por su propia voz, gracias a cartas y apuntes que forman parte del tesoro familiar.
Tras concluir la fiesta latinoamericana que atrajo a 813 mil asistentes, hay que resaltar el stand jw.org, que corresponde al sitio de Internet más traducido del mundo. El portal tiene información en 868 idiomas, incluyendo distintas lenguas indígenas como el maya, huichol, náhuatl, tzotzil, zapoteco y mixteco, entre otras.
Sólo resta esperar las sorpresas de la delegación madrileña, a pesar de los problemas económicos que enfrenta España, adelantaron que traerán a los autores consagrados de las grandes editoriales y algunos de los tesoros literarios, culturales y artísticos. De entrada, se planea invertir unos 2 millones y medio de euros para la fiesta del 2017 en Guadalajara.
Así que sólo queda decir: ¡Hala, Madrid!