«ELLAS EN EL RETROVISOR»: Las candidatas - Mujer es Más -

«ELLAS EN EL RETROVISOR»: Las candidatas

Sólo con el tiempo podremos despejar la incógnita de si los mexicanos están dispuestos a una alternancia y cambio de género en Los Pinos. 

La derrota electoral de Hillary Clinton hace tres semanas se asumió como una demostración más de la imposibilidad de romper “el techo de cristal”.

 

Y el debate se abrió para nosotros: ¿Es posible que una mujer llegue a la Presidencia de México, después de que no pudo hacerlo en Estados Unidos la candidata que, según las palabras de Barack Obama, era la más preparada de en historia de ese país?

 

La pregunta se da a todos los niveles: entre los analistas, entre los políticos y entre el ciudadano de a pie.

 

Los estudiosos del voto coinciden en términos generales en que Donald Trump ganó por su discurso contra el establishment y al margen de las condiciones de género.

 

Entre la clase política los pronósticos son diversos. Pero la mayoría coincide en que el efecto Hillary sí tendrá repercusiones negativas en México para la precandidata presidencial del PAN, Margarita Zavala.

 

El mayor pesimismo se observa en los comentarios del habitante de Facebook y la opinión pública ajena a los tomadores de decisiones. Ahí el resumen es directo: si allá no se pudo, aquí menos.

 

Sin embargo, entre los seguidores de la abanderada panista y esposa del ex presidente Felipe Calderón se cultiva el optimismo de que los mexicanos sí serán capaces del cambio de género que los estadounidenses no concretaron. Es un deseo particularmente compartido en Twitter.

 

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En lo personal, estoy aprendiendo a disfrutar la incertidumbre democrática y me parece aventurado hacer pronósticos porque no cuento con datos fehacientes.

 

Me dirán que las encuestas están ahí y que en éstas, por ejemplo, Margarita Zavala se encuentra en primero o en segundo lugar en las intenciones de voto.

 

El problema es que, como diría el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, también aspirante del PAN a la candidatura presidencial, los sondeos de opinión están midiendo el grado de conocimiento de los personajes, mismo que no necesariamente se traduce en apoyo en las urnas.

 

Me parece una duda razonable, sobre todo ahora que las encuestas fallaron en las elecciones estatales del 5 de junio, en las del Brexit, las de Colombia y las de Estados Unidos.

 

Así que para mí, la moneda está en el aire y sólo con el tiempo podremos despejar la incógnita de si los mexicanos están dispuestos a una alternancia no sólo de partido, sino también de género.  

 

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Sin embargo, el hecho de que el partido en el poder cuente ahora con una precandidata mujer me hace pensar que, efectivamente, hay un segmento en la población al que le entusiasma la idea de que la paridad se manifieste en Los Pinos.

 

Me refiero a la diputada federal del PRI Ivonne Ortega, quien ha confirmado su decisión de participar en el proceso interno priista que definirá el nombre de su representante en la boleta del 2018.

 

En la conversación que tuve la oportunidad de sostener con la ex gobernadora de Yucatán, el 22 de noviembre, pude advertir una determinación personal.

 

Pero también me quedó claro que por la disciplina partidista en la que se formó y su cercanía con el presidente Enrique Peña, las declaraciones de la ex secretaria general del PRI tenían el visto bueno de Los Pinos.

 

Ortega fue parte del poderoso grupo de gobernadores que en el sexenio anterior consiguieron construir el camino de regreso a la Presidencia de la República para su entonces colega mexiquense.

 

De manera que si la política priista, de 43 años, se lanza abiertamente en sus aspiraciones, para mí cabe la hipótesis de que se trata de un movimiento estratégico avalado por el jefe nato del PRI; es decir, el presidente Peña.

 

Y es que si el jefe del priismo y, por lo tanto, conductor del proceso sucesorio que viene, le importa que en la baraja priista participe una mujer, es porque su olfato político le dice que ese es un factor que cuenta y contará.

 

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Más allá de las especulaciones en torno a las piezas y los movimientos del tablero electoral del 2018, llama la atención que la oferta de entretenimiento de la televisión abierta, en horario estelar, transmita ahora la novela “La candidata”.

 

Durante 61 capítulos –algo así como tres meses–, los consumidores de la historia en Televisa conocerán de los problemas, las pasiones y posibilidades de una política de la oposición, casada con un gobernante de la CDMX.

 

Como suele ocurrir con las telenovelas, productores, guionistas y empresa irán ajustando la trama a conveniencia de lo que el público pide.

 

Así que la suerte de Regina Bárcenas, el personaje, en la filmación, será un termómetro del humor social en torno a la posibilidad de una candidata. O, en el peor de los escenarios, la proyección de lo que la televisora esperaría ver en la realidad.

 

Pero al margen de las filias de los productores, lo interesante de nuestra circunstancia democrática es que la suerte de las candidatas, las de la vida real, escapa a los cálculos de un guionista.

 

Bienvenida la incertidumbre y también las candidatas. 

 

 

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