El Gobierno local se empeña en la idea de que la inseguridad es mera percepciòn.
Hoy México se ha convertido en un país necesitado de liderazgos y urgido de que los gobiernos no sólo el federal, sino también cada uno de los locales, incluyendo el Distrito Federal, rebautizado como Ciudad de México #CDMX, en un intento por darle un retoque de imagen o disfrazarla de ciudad de primer mundo –muy distante de serlo por la pésima calidad de servicios y por la inseguridad cada día en ascenso— cumplan una de las principales funciones de manera urgente: brindar seguridad pública a los ciudadanos y una eficaz aplicación de justicia.
En contraste y ante la ausencia en muchos casos de seguridad y eficaz aplicación de justicia, el surgimiento de un #JusticieroAnónimo hace unos días en un autobús de pasajeros, provoca que gran número de mexicanos empiecen a reconocer, admirar y hasta aplaudir a este hombre que en pocos días se ha convertido en una especie de Batman mexicano, no precisamente de Ciudad Gótica, sino de ciudades y carreteras caóticas.
La identidad secreta del personaje mítico de Batman es Bruce Wayne (Bruno Díaz, en algunos países de habla hispana), un empresario multimillonario y filántropo de Gotham City, que después de ser testigo del asesinato de sus padres en un violento y fallido asalto cuando era niño, jura vengarse y combatir la delincuencia, para lo cual se somete a un riguroso entrenamiento físico y mental. Adopta el diseño de un murciélago para su vestimenta, sus utensilios de combate y sus vehículos. A diferencia de los superhéroes, no tiene super poderes.
En este caso, el del #JusticieroAnónimo del autobús, no debe ser empresario, ni filántropo, sino un ciudadano común y corriente que tiene que trasladarse en el transporte público por necesidad, seguramente testigo de los abusos desmedidos de la delincuencia, de la impunidad de operar de ésta y “hasta la madre”, como muchos de los mexicanos.
Y es que por más que algunos funcionarios como las autoridades del gobierno de la Ciudad de México, se empeñen en afirmar que el problema de la inseguridad es de percepción, la realidad se nos estrella en la cara, no sólo vemos en las redes sociales como Twitter, los robos y asaltos a automóviles casi en marcha, los vivimos todos los días, asaltos en las calles, en las carreteras, en los transportes públicos, en las vías rápidas y en plena luz del día robos a casa-habitación. Como por ejemplo en la Delegación Coyoacán, en donde nos enteramos que somos las cuartas o quintas víctimas de entre 15 o 16 casas de una misma calle; o sea que somos parte de algo así como un 20% de los habitantes de una misma calle que hemos sido víctimas de la ausencia de justicia y responsabilidad de un gobierno local y delegacional que no nos brindan seguridad pública.
Seguramente la percepción de la que hablan es la vista que los gobernantes tienen desde el edificio Virreinal de la plancha del Zócalo capitalino o del histórico centro de Coyoacán.
¿Y ahora quién podrá defendernos? ¿Algún Batman mexicano que surja espontáneamente por una necesidad imperante de no seguir siendo víctimas-espectadores de la delincuencia?
Quisiéramos que las autoridades sean quienes nos garanticen la seguridad, que sólo cumplan con su función. Eso es lo que pedimos miles de mexicanos.
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Paloma Ruiz. Comunicóloga por la UNAM, con especialidad en Marketing por la Universidad de Berkeley. Ha combinado a lo largo de su vida profesional el análisis político en diversos medios de comunicación nacionales e internacionales, con el diseño de estrategias de comunicación y las relaciones públicas. Amante del mar y el buceo.