“La carne”, última novela de la escritora española Rosa Beltrán, toca el tema tabú: el sexo en las mujeres sesentonas y la soledad. ¿Hasta dónde los prejuicios?
¿A qué edad somos realmente viejos? ¿Viejos para qué? ¿Envejecer es un asunto de discriminación de género? Alguna vez leí en una de las biografías sobre Gabriel García Márquez que el premio Nobel colombiano decía que la edad no es la que tienes, ni la que aparentas, sino la edad que sientes. Y en el sentir de la edad, también interviene la percepción personal. En el caso de las mujeres, la sociedad es ruda al juzgar el paso de los años.
Recién leí “La carne”, una novela de Rosa Montero, en la que la autora comienza una historia a partir de que una mujer, en un arranque de furia por el abandono del novio, decide “darle celos” y contrata a un escort o prostituto, guapo y joven. Sólo que la protagonista ¡tiene 60 años de edad! Sí, con signo de admiración, porque las historias de hombres enamorados de mujeres jóvenes, ya ni se diga púberes –acuérdense de la famosa “Lolita” de Nabokov, o “Memoria de mis putas tristes” de García Márquez, por citar algunas– hasta antes de las leyes de protección a los menores de edad, era visto como algo “normal”. ¿Pero una mujer de 60 años pagando y enamorando a un prostituto joven?
Soledad tiene 60 años, es una mujer guapa, con cuerpo trabajado en el gimnasio y una cartera holgada, como muchas mujeres hoy en día que llegan a esa edad casi incólumes con el paso de los años. Y llega sola a esa etapa, también como muchas mujeres. A pesar de vivir una plenitud profesional y física, no deja de latiguearse mentalmente porque “El cuerpo es una cosa tremenda, en efecto. La vejez y el deterioro se agazapaban de manera insidiosa y a menudo el interesado era el último en enterarse, como los cornudos del teatro clásico”.
La carne tirana, dice Soledad, esclavizaba a todos. “Carne traidora, enemiga íntima que te hacía prisionera de su derrota”.
La última novela de la escritora española Rosa Montero, es una delicia, no sólo porque quienes estamos cercanas o en la cincuentena de la vida, nos caen como un chorro de agua helada todos los prejuicios que rodean a la mujer y la edad. Uno de ellos, el sexual. ¿Puede y debe una mujer de sesenta años o más seguir disfrutando del sexo, aunque sea con pago?
En un artículo para El País Semanal, Rosa Montero reconoce que los periodistas que la han entrevistado sobre “La Carne”, le han hecho la observación de “qué raro resulta que se hable de sexo en una mujer de sesenta años”. Hay quienes le dicen que es bueno porque “rompió tabúes”. A lo que ella ha respondido que jamás por su cabeza pensó en que la edad y la cuestión sexual fueran el punto de partida. Lo que ella quiso retratar es lo difícil de la soledad y la búsqueda del amor a esa edad.
Los tiempos han cambiado. Sin embargo, aunque es más común que mujeres maduras, célebres o no, liguen y tengan relaciones con hombres a quienes les doblan la edad, es efectivamente un tema tabú y difícil de romper entre nosotras mismas. Nada más hay que revisar la cantidad de memes que genera Madonna, cuando se habla de su última conquista. “La carne”, realmente imperdible.