«POLÍTICA DE LO COTIDIANO»: El estigma de ser gordo - Mujer es Más -

«POLÍTICA DE LO COTIDIANO»: El estigma de ser gordo

Una cultura de respeto no juzga a sus individuos gordos. 

Para nadie es ajeno que el peso “adecuado” y el cuerpo esbelto se han convertido en obsesiones de nuestro tiempo, especialmente en cierta clase media y alta. Se exige a los hombres, pero más a las mujeres. Hay estudios que demuestran en poblaciones estudiantiles cómo, aunque el Índice de Masa Corporal sea mayor en promedio en hombres que en mujeres, las mujeres se perciben más pasadas de peso que los hombres, y por tanto son las que más se someten a dieta y ejercicio. Estas obsesiones por el peso se convierten en muchos casos en trastornos de la alimentación, y en muchos otros en una vivencia abrumadora de “fracaso personal y depresión. 

 

Los estereotipos de los gordos/as representados en los medios y en el imaginario colectivo, asocian a éstos con personas chistosas, fracasadas, medio tontas, asexuales, bonachonas, simpáticas, tiernas, o de las que todos se burlan.

 

Me atrevo a decir que el estigma de ser gordo lleva hoy en día a vivir una discriminación de las más invisibles y complejas, por dos importantes razones: la primera porque a diferencia de otras discriminaciones de “lo otro” (del diferente, del que no cumple con “la norma”), la gordura tiene el “aval” de la ciencia para confirmar que se trata de un problema de salud (y no de discriminación).

 

Y la segunda, porque se asocia con una cuestión de voluntad. Es decir, la ciencia ya no afirma que ser negro, indígena, homosexual o mujer sea una enfermedad o una “anomalía”. Mientras que las anteriores condiciones no fueron elegidas, en general se piensa que la gente es gorda porque quiere, porque es su sola decisión y, por tanto, si no baja de peso es porque es flojo, no tiene fuerza de voluntad y la peor: “porque no se quiere a sí mismo/a”. ¿Con qué derecho, con qué conocimiento, alguien “mide” el amor propio del otro por su peso? 

 

 

No estoy cuestionando, obviamente, el hecho de que el sobrepeso sea un riesgo para la salud. Me refiero al estigma y discriminación que se ha hecho de la gordura y con la que mucha gente (especialmente las mujeres, insisto, a quienes siempre se exige cumplir con un estereotipo de belleza) tiene que vivir y sufrir por la dominación de un modelo de lo esbelto como sinónimo no sólo de salud, sino de belleza, felicidad, éxito, autoestima y voluntad. Con esos valores está mezclado el tema de salud y por ello el sufrimiento de muchas personas gordas va más allá de su salud, se agrega el de la discriminación. 

 

He escuchado a muchas personas políticamente correctas que nunca se atreverían a referirse despectivamente sobre alguien como “naco”, “indio”, “maricón”, y que sin embargo no tienen empacho en describir con cierto desprecio a alguien como “es un gordo/a”. Para implicar no sólo que tiene un rasgo que considera “feo”, sino que encima es flojo o “no se quiere”, con lo cual su gordura se vuelve además un problema moral.

               

Quienes han padecido o estudiado la obesidad de forma seria, saben que se trata de un problema complejo y multifactorial. Debe ser tratado como un problema de salud, principalmente. Es necesario incluir en una cultura de respeto y paz, la imagen de los cuerpos gordos como una diferencia más, libre de juicios. 

 

Adriana Segovia. Socióloga por la UNAM y terapeuta familiar por el ILEF.

 

 

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