Hillary lleva la delantera, a pesar de un sector escéptico aún indeciso.
El pez por su boca muere: la evidencia de que Donald Trump es un depredador sexual, conducta que él mismo describió en el video divulgado por The Washington Post, es el elemento estratégico que le garantizará, casi con certeza absoluta, la victoria a Hillary Clinton, que ya le lleva 11 puntos de ventaja a su contrincante, cuando hace unos días le llevaba apenas 6 puntos.
La indignación de millones de estadounidenses fue inmediata. El tema generó tal molestia que ni siquiera la conferencia de prensa organizada por Trump con 3 mujeres que aseguran haber sido víctimas de acoso sexual por parte de Bill Clinton, pudo frenar la avalancha de republicanos que le retiraron el apoyo a Trump, ni la desaprobación de amplísimos sectores de la sociedad estadounidense.
La cuestión con la acusación a Bill Clinton, es que aunque sean verídicas las historias y sus terribles acusaciones, no es él quien contiende por la presidencia, sino Hillary Clinton, y sobre ella no pesan acusaciones de acoso sexual. En ese sentido, su equipo de campaña fue muy hábil para separar la imagen de ella de la de Bill Clinton.
El efecto del audio-video de Trump mostrándose como acosador sexual fue tan importante, que Hillary no tuvo que noquearlo durante el debate, el hombre llegó auto-noquedado.
A pesar de eso, Hillary no puede bajar la guardia, aún está ese sector del electorado, decepcionado del sistema, que siente que el TLC les trajo sólo desgracias, pérdida de empleos y considera que las élites políticas ni se ocuparon de ellos, ni se ocuparán.
Para ellos Trump es la única esperanza, más allá de las acusaciones que pesen sobre él, a ese electorado es al que tiene que dirigirse ahora Hillary: la clase trabajadora, con muy bajo poder adquisitivo, los pobladores de ciudades como Detroit, antaño muy prósperas y ahora abandonadas por las ensambladoras de autos que se fueron a donde la mano de obra es más barata.
Y aquí el dilema para el elector ¿Creerle o no a una candidata que está haciendo todo por llegar a la Casa Blanca, pero que, estando allí, no se sabe si cumplirá sus promesas?
La historia reciente nos muestra que a pesar de todas las promesas que un candidato a la presidencia haga, no todo está en sus manos. Es el caso de Obama y la situación migratoria.
En los 8 años en el gobierno, Obama batalló con las dos cámaras del Congreso y este año con el Tribunal Supremo: aunque en 2014 emitió un decreto para proteger a jóvenes indocumentados y a padres con hijos que tienen residencia permanente o ciudadanía estadounidense, el tribunal se negó a ratificar el decreto.
Eso dejó a 5 millones de inmigrantes indocumentados bajo el riesgo de ser deportados. En el caso de Hillary, en estos días podría hacer promesas de crear millones de empleos y… el elector habrá de ponderar si le cree, o no.
Georgina Olson. Reportera, apasionada por la investigación, afición que abarca desde reportajes de la Venezuela chavista, pasando por el tráfico de armas, la migración centroamericana, hasta la explotación del oro mexicano por los consorcios mineros internacionales. Es licenciada en Relaciones internacionales por la Universidad de las Américas, maestra en Periodismo por la Universidad del Rey Juan Carlos de Madrid-Agencia EFE. En 2010, The Woodrow Wilson Center y The Washington Post la becaron para realizar una investigación sobre tráfico de armas de EU a México, publicada en Excélsior.