«ELLAS EN EL RETROVISOR»: Hillary y los mexicanos - Mujer es Más -

«ELLAS EN EL RETROVISOR»: Hillary y los mexicanos

Hillary centra la emoción de su campaña en seducir el voto latino. 

Hillary Clinton no le hizo un hueco en su agenda al presidente Enrique Peña.

 

La expectativa de que Nueva York podría ser una oportunidad para el encuentro entre el mandatario y la candidata demócrata, se generó desde Los Pinos.

 

Fue desde la casa presidencial que se filtró la posibilidad de una reunión como parte de la visita de Peña a la asamblea anual de la ONU.

 

Pero no hubo éxito en el cabildeo de la cancillería que dirige Claudia Ruiz Massieu, porque la ex secretaria de Estado y ex primera dama estadounidense sencillamente no quiso.

 

Y es que Hillary Clinton asume, como muchos de nosotros aquí en México, que el presidente Peña decidió jugársela con Donald Trump, el abanderado republicano que quiere levantar un muro fronterizo similar a la muralla china.

 

Pero el resentimiento político de la demócrata con el gobierno mexicano se da en medio de una paradójica circunstancia, la de centrar la emoción de su campaña electoral en seducir el voto latino.

 

Y es que Hillary no tiene entre la población hispanoparlante los niveles de apoyo que tuvo Barack Obama en sus dos batallas por la Casa Blanca.

 

Así que ante el desgaste de los puentes bilaterales tradicionales entre la candidata Clinton y el gobierno peñista, ha emergido ahora la diplomacia de la cultura, la diplomacia de la gente, la del mole, los tacos y las canciones mexicanas.

 

Se trata de un fenómeno inédito y relevante para mexicanos y estadounidenses porque plantea que el futuro de la nación más poderosa del mundo se encuentra como nunca antes ligado a nosotros.

 

Y es que el discurso antisistema y antipolítica de Trump se sustenta justamente en sus propuestas contra México y contra nuestros compatriotas allá radicados.

 

Es cierto que el republicano también despotrica contra los musulmanes y contra todos los migrantes.

 

Sin embargo, el cuestionamiento al TLCAN y su amenaza de expulsión de millones de paisanos sintetizan el sentimiento supuestamente nacionalista de Trump.

 

Así que Hillary, su partido y el gobierno de Obama concentran ahora sus baterías en cuestionar ese sentimiento de odio hacia los mexicanos y, consecuentemente, en exaltar a nuestros migrantes y sus aportaciones.

 

Por eso escuchamos a la candidata plantear en su encuentro con latinos, el pasado 14 de septiembre, que en vez de levantar muros ella quería un puesto de tacos en cada esquina de Estados Unidos.

 

Al respecto, el presidente Obama y su esposa fueron a comer mole al restaurante “Cosme”, del mexicano Enrique Olvera, la noche previa al arranque de la Asamblea de la ONU en NYC.

 

En sintonía con esa diplomacia en manos de la gente y no de las cancillerías, Vicente Fernández salió de su retiro artístico para interpretar un corrido que implora por el voto a favor de Hillary.

 

Nuestro gran intérprete de la canción ranchera en plena campaña a favor de la señora Clinton, quien conmovida agradeció el espaldarazo.

 

Justo en el momento en que las encuestas revelan un empate a favor de Trump y adelantan que la pelea de los votos será terrible para Hilary en los días que restan hacia el 8 de noviembre, Chente Fernández resume el sentir de los mexicanos.

 

Una canción pegajosa que acompañará la cuenta regresiva estadounidense, junto con las veladoras a la Virgen de Guadalupe.

 

En contraste, avanza entre la gente la idea de que el repunte de Trump es obra de Peña y de su sacrificado ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray.

 

Los expertos en geopolítica aseguran que no es Peña el autor de la debacle de Hillary, sino lo que representa.

 

Pero así como la diplomacia de las cancillerías no pudo abrirle un hueco al presidente mexicano en la agenda de la demócrata, la diplomacia de la calle irrumpe en esta elección y se apropia de la esperanza de la gente.

 

Estamos, pues, ante una vivencia bilateral que sin duda habrá de marcar la historia política y electoral contemporánea. Y los mexicanos estamos en medio.

 

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