Acusan a Ricardo Anaya de ser juez y parte en la aspiración panista al poder.
En la semana que concluye, en el programa de Carlos Loret hubo un debate entre los panistas que quieren ser candidatos a la presidencia en el 2018.
Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle (gobernador de Puebla- en el estudio) y vía satélite Gustavo Madero manifestaron, no sólo su deseo de que en el PAN impere la unidad para obtener el triunfo electoral en el 18…
A la cita faltó el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, Ricardo Anaya, quien anunció desde la noche anterior que sí fue invitado al programa pero que a tiempo informó que no asistiría.
Muchos ven en la ausencia de Anaya actitudes de desprecio, prepotencia, incapacidad discursiva y hasta debilidad para enfrentar a los que se supone son sus potenciales adversarios en el camino hacia la candidatura presidencial panista.
Dicen que cuando alguien reta a un oponente a debatir es porque lo necesita. Creo que esa sentencia se cumple en este caso.
Como a muchos, me habría encantado escuchar a Ricardo Anaya debatir con la señora Zavala, con el gobernador Moreno Valle y con el diputado con licencia Madero. Pero creo entender la negativa a reunirse con ellos para iniciar la campaña interna por esa postulación. Si hoy ya acusan al presidente del PAN de ser juez y parte en el proceso interno, ir al programa de Carlos Loret lo haría vulnerable ante sus adversarios internos.
¿Por qué? Por la simple razón de que el presidente del partido estaría abriendo la contienda y, al mismo tiempo, convertido en el objetivo de sus contrincantes para eliminarlo con el argumento de que usa la estructura partidista para sus fines, que se promueve en los tiempos oficiales dejando en desventaja a los oponentes y de jugarle sucio a sus compañeros de partido.
Claro que la presencia de Anaya habría sido una gran nota, pero también lo habría debilitado a él como potencial aspirante, y al mismo tiempo debilitaría al PAN al iniciar antes de tiempo la guerra interna por la candidatura presidencial.
Opino que Ricardo Anaya jugó bien sus cartas. Moreno Valle manifestó directamente sus aspiraciones y hasta que concluya su mandato como gobernador de Puebla, cada acto de gobierno será visto y debe ser fiscalizado, como si fuera un acto de promoción personal a costa del erario de esa entidad.
Las aspiraciones de la señora Zavala son harto conocidas pero a no ser de algunos comentaristas del acontecer nacional, la señora no prende.
Y Gustavo Madero, al irse a Chihuahua a colaborar con Javier Corral cuando éste asuma la gubernatura de ese estado, quedará a la sombra de lo que el senador con licencia logre como mandatario y los temas que enfrentan, desde la seguridad hasta la quiebra financiera del estado, le afectarán en su futuro político.
El Otro Debate
Enrique Ochoa Reza, presidente del CEN del PRI, ha retado a un debate a Andrés Manuel López Obrador. El tema es la declaración 3de3 del tabasqueño y la corrupción.
Para desgracia de AMLO, no muchos creen en su 3de3, pero nadie ha demostrado fehacientemente que sea corrupto como lo califican sus detractores.
Pero el panorama del presidente priísta es peor. Las investigaciones a tres de los gobernadores señalados como ejemplo del Nuevo PRI por el entonces candidato Enrique Peña Nieto por su juventud, capacidad y honestidad, tienen al tricolor en una encrucijada en la que ya perdió.
Si le cancelan los derechos partidistas a Javier Duarte, a César Duarte y a Roberto Borge y no se pasa a la acción penal, el PRI se verá como un partido alcahuete que perdona con el ostracismo a sus malos militantes, garantizándoles impunidad.
Pero si los lleva a la cárcel, la vía penal se tomará como una medida tardía, de venganza por las derrotas electorales de junio. Lo peor, no podrán cacaraquear los castigos a sus militantes como la prueba de que van por los corruptos. Las denuncias vienen de tiempo atrás por parte de opositores, medios de comunicación y de la sociedad de esos estados.