Conflictos que son “el PAN de todos los días”.
Diversas encuestas colocan a la panista Margarita Zavala en primer lugar de las preferencias en intención de voto rumbo a la elección presidencial.
No sé usted, pero yo a este ejercicio de las encuestas ya no le creo y menos confío. Lo normal es que fallen. Y en muchos de los casos los resultados favorecen a quien paga la encuesta. Apenas hace cuatro meses, en junio, hubo casos de verdadera pena.
El problema en el Partido Acción Nacional no es quién pague la encuesta o quién encabece las preferencias, o si algún medio afín marca tendencia. No, aún falta tiempo para saber de verdad quién del PAN estará junto con AMLO y otros en la boleta.
Lo que les perjudica y sin duda provocará serios desencuentros, son los conflictos internos por dicha candidatura, las decisiones que se han tomado en el partido y los desacuerdos entre los incondicionales de ese par que alguna vez tuvieron una excelente relación: Ricardo Anaya y Gustavo Madero.
A 21 meses de distancia, por el momento, ya son tres los panistas que desean la candidatura. Margarita Zavala, esposa del ex presidente Calderón; Ricardo Anaya, presidente del PAN (aunque diga que no) y el aún gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle.
La poca disciplina y el fuego amigo panista, no evitarán que se den con todo en busca de la anhelada candidatura.
En su primer mensaje como presidente de Acción Nacional, Anaya hizo un llamado a sus compañeros a “terminar con los conflictos internos, porque los adversarios están fuera del partido y no dentro”. Llamado que ha sido ignorado.
Lo raro es que él pidió el cese de los conflictos, pero también es quien aparece en casi todos los conflictos. Sus adversarios –panistas- lo acusan de haber modificado “a modo”, los estatutos para el 2018.
Francisco Gárate, representante del PAN ante el Instituto Nacional Electoral, reclama que Ricardo Anaya haya cambiado las reglas para su beneficio, porque con los viejos estatutos, al buscar la Presidencia de la República, Anaya tendría que renunciar al partido en septiembre de 2017. Con los cambios, ahora podrá hacerlo hasta un día antes de su “eventual” registro.
La Cámara de Diputados ya le otorgó a Gustavo Madero la licencia para separarse del cargo e incorporarse al equipo de gobernador electo de Chihuahua, Javier Corral. Berrinche, dicen, porque Anaya no cumplió con el compromiso de nombrarlo Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara para este período.
Madero ha acusado a Anaya de querer ser árbitro, aspirante y jugador en el 2018; de utilizar spots del partido para promover su imagen e incluso le ha dicho que tiene “secuestradas” las decisiones internas del PAN.
Así las cosas. Contrario a la afirmación de Ricardo Anaya, parece que los enemigos “son de casa y están dentro”.
El problema es añejo. Basta con recordar a Josefina Vázquez Mota, quien señaló que los conflictos internos del PAN afectaron su campaña cuando quiso ser presidenta de México. Súmele la negativa a Margarita Zavala cuando quiso ser legisladora y la renuncia de Francisco Barrio del equipo de transición de Javier Corral, sólo por decir los más recientes.
¿Podrán los panistas lograr acuerdos antes de fracturarse aún más? ¿Habrá unidad panista en la candidatura presidencial?
Se ve complicado. Nada halagüeño. Esos conflictos son el “PAN” de todos los días.
¿Será suficiente la bandera de haber ganado siete gubernaturas en las elecciones de junio pasado? En realidad, aún me sigo preguntando qué hizo el PAN para ganar y que por primera vez gobierne 11 estados del país.
Sin duda fue gracias al PRI (y a sus gobernadores) que se esmeró por perder.