Sin buenas noticias, el gobierno entrará a su quinto año.
Nada bueno ha ocurrido en los últimos días en México. En ningún ámbito, ni social ni económico, ni político ni educativo. Ni cultural ni deportivo. Ni en seguridad ni en los espectáculos. Y mire que no se trata de percepción o pesimismo, simplemente de hechos, palpables, tristes y fatales.
En lo cultural, el escritor Ignacio Padilla murió en un accidente carretero en Querétaro y León Serment, cineasta mexicano, fue asesinado a puñaladas durante un asalto en la colonia Merced Gómez de la Ciudad de México.
En los espectáculos, el “Divo de Juárez” se fue, víctima de un infarto y dejó huérfanos a miles de seguidores, para quienes dos días fueron muy pocos para rendirle honores en el Palacio de las Bellas Artes.
En lo deportivo, se consiguió lo que se pudo en las olimpiadas de Río y a pesar sus frivolidades y desencuentros con federaciones deportivas, Alfredo Castillo fue ratificado al frente de la CONADE.
El Presidente Enrique Peña Nieto comenzó su quinto año de gobierno con duras críticas, fuertes cuestionamientos, arrastrando un pésimo nivel de popularidad y con diversas y nutridas voces que exigen su renuncia.
El repetitivo y ya fastidioso slogan con motivo de su cuarto informe de gobierno “las cosas buenas casi no se cuentan, pero cuentan mucho”, no ha ayudado en nada. Al contrario, los memes y las mofas han sido sus principales destinatarios.
Me cuesta trabajo encontrar esas cosas que cuentan mucho, porque mire: en educación, miles de niños no han podido comenzar el ciclo escolar 2016-2017 en estados como Oaxaca, Chiapas, Michoacán y Guerrero, entidades con los niveles de educación más bajos de todo el país.
Las exigencias que el gobierno federal ha cumplido a la CNTE, han sido insuficientes para que los maestros disidentes regresen a las aulas.
Ya les cancelaron la obligatoriedad de la evaluación docente, cada profesor decidirá si quiere o no ser evaluado; no se han suspendido los pagos a los faltistas y no han sido despedidos los que acumulan más de tres faltas. Y ni así han logrado que las clases se normalicen.
Las marchas, plantones y bloqueos continúan. ¿Y para qué?, dirán los maestros de la CNTE. Tienen en sus manos al gobierno de Peña Nieto.
Los empresarios en esos estados tardarán años para recuperarse, luego de las pérdidas millonarias de tantos saqueos, ausencia de ventas y plantones que los llevaron al “despeñadero”.
En la economía, el crecimiento de la deuda del gobierno, la inestabilidad del peso, la disminución del pronóstico de crecimiento del PIB, el deprimido consumo interno y la advertencia de las calificadoras internacionales sobre la vulnerabilidad de la economía mexicana, auguran un 2017 con serios problemas económicos.
En política internacional, el prestigio mexicano anda en el suelo. El presidente Peña Nieto tuvo la ocurrencia de invitar, recibir y darle trato de Jefe de Estado a un personaje de lo más perverso, fanfarrón y despreciable, que ha ofendido a los mexicanos, al inefable Donald Trump. Como si de veras nos hiciera falta un “error histórico” en la relación México-Estados Unidos.
Nadie ha salido a defender con argumentos sólidos la absurda estrategia de invitarlo y soportar su arrogancia. Nadie con diplomacia o basado en los protocolos le pudo decir un “basta”. Nadie, nadie. Parece que sólo Luis Videgaray entendió su estrategia “fallida”, ofensiva e indignante.
Error, aunque digan lo contrario, que sólo haya venido Trump. Error que para algunas encuestadoras la visita colocó a Trump dos puntos arriba de Hillary Clinton, candidata que con justa razón desdeñó la invitación que también le hizo el presidente Enrique Peña. Un no rotundo que cierra el círculo del “error histórico”.
El tema no quedó ahí. Para justificar la visita, se utilizó el nuevo formato del cuarto informe de gobierno, para explicar sin convencer el porqué de la invitación: Un “espontaneo” encuentro “a modo” con jóvenes (priistas) en Palacio Nacional.
Así comienza Enrique Peña Nieto su quinto año de gobierno con una de las peores crisis sociales, políticas y económicas que se hayan visto. Con tropiezos y cuestionadas decisiones que parecieran haber tocado fondo. El problema es que aún no sabemos hasta dónde está el fondo. Sin duda puede estar muy profundo.