Al exdirector de TV UNAM no le gustaba Juanga; a Nicolás tampoco.
Confieso que mi primera reacción al saber que Nicolás Alvarado había renunciado a TV UNAM fue de gusto: “Sí, acábenlo ─me dije─, quémenlo por creído e impertinente; versión ramplona y reprimida de Don Salvador Novo; pinche gordo que alardea de autenticidad y presume en televisión la última y, para nosotros, desconocida moda intelectual alemana o de quién sabe dónde; remedo de letrado que critica el atuendo del Divo de Juárez y se atreve a usar esos enormes lentes blancos que parece que se le cayeron en la mayonesa. Sí, hagan pedazos al falso modesto, al que se muestra sencillo porque en su casa aprendió que así debe portarse un sabio”.
Después, aprovechando una pausa, un silencio que tuve que hacer para respirar, me acordé de algunas cosas: que no había leído el texto completo de Nicolás Alvarado acerca de Juanga; que tiendo a envidiar a los intelectuales famosos a los que no admiro o no aprecio; que nunca he oído a Alvarado decir algo que me parezca de verdad molesto; que siempre he afirmado que cada quien debe vestirse como quiera; que yo también muchas veces he hablado de más (por ejemplo, ahora que dije “pinche gordo”), y que en privado uso a mi gusto la palabra “naco”.
Después de acordarme de todo esto y de leer el artículo de Nicolás, mi mente tomó otro rumbo. Por ejemplo, reconocí que el texto no habla contra los “jotos”; dice: “No me molesta lo joto sino lo naco”. Naco sí es despectivo, pero en el habla de todos tiene distintas acepciones, de las cuales una (no la peor) designa el mal gusto al vestir.
Ahora bien, en el caso del texto de Alvarado, ¿esa acepción tiene además un carácter clasista? Mi impresión es que al describirse a sí mismo con esa palabra, el autor no habla en serio, sino que juega con una contradictoria mezcla de culpabilidad y franqueza; así, después de criticar con dos o tres lugares comunes la calidad del Divo, comienza a adentrarse en la ambigüedad de lo literario, dejando por un momento de lado su posición “intelectual” frente a Juanga, e indaga en lo que él mismo de verdad siente y piensa.
Sé que mucha gente honesta leyó en sus palabras no un juego literario, sino la descarada declaración de un clasista que coquetea con la homofobia. Yo mismo vi en la palabra “secuestro”, con la que abre el artículo (“La muerte de Juan Gabriel secuestró mi comida familiar de domingo”), la indolencia de un sujeto arrogante y de inmediato reafirmé mi rechazo. Pero el resto del texto me desmintió muy pronto. Ahora no sé si Alvarado simplemente usó el término “secuestro” de forma descuidada o si realmente quiso decir que algo que hizo llorar a todo México a él nomás lo privó de su libertad de sentirse cómodo en domingo. La frase me hace dudar, pero al final me inclino por no estar de acuerdo con quienes ven en el texto pura arrogancia, ironía malsana y discriminación hacia Juanga y en general hacia el pueblo de México.
La sospecha de que Alvarado usó las palabras clasista, joto y naco como parte de un juego literario que finalmente resultó malogrado, me hace pensar que en vez de presionar para su renuncia mejor hubiera sido aprovechar la oportunidad para entablar un diálogo en el cual ambos bandos pudieran aclarar sus posturas sobre la discriminación y, de paso, se discutieran públicamente las políticas culturales que la sociedad espera de TV UNAM. Si al final del proceso se hubiera hecho evidente que Nicolás Alvarado no está en condiciones de asumir el mando (como afirmaban antes de su artículo sobre Juanga los 53 MIL firmantes que en redes sociales de manifestaron en su contra), se le hubiera podido exigir, entonces sí, que dejara el puesto.
Pero una vez más la afiliación al escándalo nos impidió aprovechar la sagrada oportunidad de comunicarnos. Eso sí, con todo esto al sucesor de Nicolás Alvarado le queda algo bien claro: que su primera función en la dirección general de TV UNAM será que le guste Juanga.
Andrés García Barrios es poeta, ensayista y divulgador de ciencia para niños. Es colaborador de las revistas Ciencias (UNAM), Tec Review (Tecnológico de Monterrey), Casa del tiempo (UAM), Tierra Adentro y Algarabìa Niños.