El conflicto al interior de Méxocp entró por la puerta de Los Pinos.
La política exterior de nuestro país sufrió una de sus derrotas más dolorosas de las que se tenga memoria.
Cuando el Jefe del Estado Mexicano decidió invitar a Hillary Clinton y Donald Trump, candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, a visitar México, se entrometió en la elección presidencial de nuestros vecinos.
Atemperar los ataques del republicano Trump a migrantes mexicanos con la deportación masiva y la construcción de una muralla entre los dos países, puso a temblar a un sector del gabinete presidencial, acaso el más influyente con el presidente Peña Nieto.
Todo salió mal. Trump es detestado por los mexicanos. La clase política de los Estados Unidos no apoya al empresario y su discurso xenófobo asusta a los activistas de los derechos humanos en ese país.
La negativa de Hillary Clinton de venir a México antes de las elecciones le da un portazo al presidente de México. Hoy tiene un problema más grave del que quería resolver. A siete semanas de la elección la demócrata, aventaja al republicano y no se ve, objetivamente, que pierda la presidencia.
El revés en política exterior se suma a los mediocres y nulos resultados de las Reformas Estructurales.
La laboral tiene como resultado menos trabajos y salarios de muerte. La energética provocó el incremento en el precio de las gasolinas. La educativa provocó un conflicto social en Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Chiapas.
Y si a eso le aunamos la derrota electoral del partido del gobierno en junio pasado, el panorama se pone peor para el presidente de este país.
Por lo anterior, creo que llegó la hora de Manlio Fabio Beltrones. El expresidente del PRI vio cómo desde la cúpula del poder, a la que no pertenece, lo derrotó en junio y lo hizo renunciar.
Hoy, ante la debilidad del mandatario, Beltrones está en posibilidad de imponer condiciones en la relación del grupo del presidente y quienes dentro del PRI rechazan la gestión del mexiquense.
También es la hora de Andrés Manuel López Obrador. Visto por un sector de la sociedad como “un peligro para México”, es el líder opositor más consistente en los últimos 20 años. A pesar de las pasiones que despierta, El Peje tiene la mejor oportunidad desde 2006 para apuntalar su imagen como quien debe conducir el país en este momento de crisis en el que la pobreza, la venta de los bienes nacionales y la corrupción distinguen al grupo en el poder.
Y también es la hora en que Eruviel Ávila puede no sólo tener el poder de veto en la lucha que viven los grupos priístas por la candidatura a gobernador el próximo año en el estado de México, sino ya se puede dar el lujo de imponer a SU candidato. Sí, todo ante la debilidad del presidente y exgobernador mexiquense.
Este ambiente enrarecido es oportunidad para los opositores de Peña Nieto, pero también se convierte en un riesgo para el resto de los mexicanos que seremos, sin duda alguna, quienes paguemos por los pleitos de la élite gobernante.