«COLUMNISTA INVITADO»: Shanghái: diferente, pero igual - Mujer es Más -

«COLUMNISTA INVITADO»: Shanghái: diferente, pero igual

La ciudad más poblada de China. 

 

Hay muchos mitos de los países que han logrado el desarrollo económico en tan poco tiempo. Demasiados, diría yo. Tantos que al parecer todo se limita al milagro económico o al destino divino de una sociedad. La cuestión es más compleja de lo que se piensa. Aunque había tenido la oportunidad de vivir en Japón por cinco años y viajar por casi toda Asia, no había venido a China. En aquel momento, al igual que hoy, supongo, había un gran recelo de los japoneses de su vecino incómodo al que no sólo veían con desconfianza, sino con un poco de temor. Sus miedos se hicieron realidad. China es la segunda potencia económica que desplaza a ellos a la tercera posición a nivel mundial. Hoy más que nunca, los principios de uno de los arquitectos de la política internacional de Japón de la posguerra, Shigeru Yoshida, son una realidad: separar la política de la economía.

  

Llevo dos días en la Ciudad de Shanghái, China y no pude resistir la tentación de escribir estas primeras líneas de las que seguro seguirán muchas. Venía sin ninguna perspectiva, sin expectativas. De esta forma, todo suma y no hay decepciones. Leí mucho de la historia de este país y traté de acercarme a ellos, digo traté porque los chinos que conocí en Japón eran reservados. Sólo convivían con ellos mismos. Una especie de endogamia étnica. En ese entonces, pensé que era por el idioma. Quizá sí; sin embargo, posiblemente nosotros (extranjeros) también lo éramos para ellos. Problemas de multiculturalismo o entendido mal desde nuestra óptica.

 

Shanghái es una ciudad vibrante. De acuerdo con la revista World Population Review, tendrá para el 2016 más de 24 millones de personas. Todo es grande, enorme. Desde los altos techos y espacios amplios en el aeropuerto Pudong de Shanghái, hasta los segundos pisos (gratuitos) de 5 carriles, o las grandes calles pasando por los rascacielos o departamentos aglutinados en ecosistemas poblacionales como el concepto de “Wanda Group” (vivir, trabajar y divertirte) son muestra de ello. O bien, las ideas novedosas de emprendimiento como Mobike que es un servicio al estilo Uber de bicicletas que cuesta alrededor 1 yuan por 30 minutos (el tipo de cambio actual es de 1 yuan por 2.78 pesos mexicanos). Este servicio podría complementar la cultura del uso de ese medio de transporte en México.

  

Shanghái es una ciudad con muchas contradicciones y problemas como las grandes metrópolis del mundo. Donde uno puede ver estacionado en la calle un auto de superlujo, pero al lado una bicicleta con remolque que transporta una montaña de cajas de cartón, muy al estilo de los recolectores de periódico y papel mexicanos. Una persona cantando en la calle para sobrevivir, pero también a muchos jóvenes con la tecnología de punta a la mano y vistiendo a la moda, como en cualquier capital del primer mundo. En donde todos gritan, pero no pelean; donde todos quieren evitar las filas para pagar en la tienda o en metro, pero al final esperan impacientes. Donde las calles lucen limpias, pero a costa de ejércitos de trabajadores que las mantienen casi perfectas (política Keynesiana, quizá). Donde los rascacielos son el reflejo del boom financiero de la ciudad y el país, pero que no reflejan la realidad completa de la nación. Todo esto es cierto, sin embargo, el desarrollo económico no ha sido un milagro ni se ha dado por generación espontánea. En mi siguiente colaboración hablaremos de ello.  

 

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