En 30 años China evitó el nacimiento de 400 de personas.
“Renacuajo” es el apodo de un joven de la China Rural de los 80, personaje de un texto extraordinario de MoYan, ganador del Premio Nobel de Literatura hace ya algunos años. Rana es la novela y en él, Renacuajo transita como espectador de la vida de su adorada y luego odiada Tia Wan. Primero, heroína y ginecóloga de la región.
Y luego un instrumento del Partido Comunista para aplicar, con la mayor ferocidad posible, la política de un solo hijo. En Rana, la Tia Wan, pone el amor a la nación frente al juramento hipocrático. Y se convirtió en un monstruo histérico con bisturí en la mano que practicaba vasectomías forzosas e incendiaba pueblos completos con tal de buscar a una mujer embarazada escondida. Y Rana, con una crudeza que hizo que la obra de MoYan fuera censurada, va de esa mujer, esos millones de mujeres que no vieron nacer a su segundo hijo, ya con dolores de parto. Y a la tía Wan provocando la muerte en el vientre, como fuera, porque fuera del vientre ya sería Ciudadano de la República Popular China, y entonces a ella la correrían. Y entonces ese niño iría a un libro negro, y la tierra, decía la tía Wan, se hundiría con el peso de la población de China.
A mediados de los 70, el Gobierno chino encontró que en 20 años, sostener una población que podría duplicarse, podría colapsar al país. Deng Xiaoping, introdujo en 1978 una nueva política: Un hijo por pareja. Multas, persecución y restricción de derechos a quien atentara contra la norma y en 30 años evitaron el nacimiento de 400 millones de personas, la mayoría niñas.
Siri Teller fue miembro del Consejo de Naciones Unidas para la población y en entrevista opinó que “la política del hijo único en China, fue una pre-condición para lo que ocurrió en otras partes del mundo” y afirma que de no haber un programa de contención oficial del crecimiento poblacional, ningún proyecto de crecimiento económico y estabilidad social hubiera prosperado.
En sólo 100 años, entre 1861 y 1961, China añadió 600 millones de personas sin recursos a la población. El pequeño Li es la representación de lo que en Asia es llamado “el pequeño emperador”: sus padres, profesionistas, e hijos únicos, son hijos de obreros, obligados a tener un solo hijo Li es el rey de la familia y tiene 6 adultos que le contemplan y ponen tremendas esperanzas en él.
Li, miembro de una generación de niños consentidos y presionados, quizá tenga que sostener en sus hombros a dos padres y a cuatro abuelos.
Los papás y las mamás de China, dedicados, exigentes y cariñosos; es muy común observar a los bebés con un traje especial sin pañal. Una medida de conservación si consideramos que en este país hay unos 300 millones de niños y sabían que, se espera que una buena madre china sienta y sepa exactamente cuando el bebé necesita aseo.
Hasta ayer, las medidas poblacionales sólo eran flexibles en algunas zonas rurales, o su bebe falleció en un accidente, si el primer hijo nació con discapacidad, o es un individuo con altas habilidades, por ejemplo, un atleta con potencial olímpico.
En China, sólo los hijos heredan el apellido familiar. Eso generó una ola de abortos selectivos, sí, esos así, con la brutalidad de la Tía Wan que persiguió en una lancha a una mujer embarazada que muere ahogada.
Desde 1994, está prohibido revelar el sexo de un no nacido, lo que ha generado un tráfico de información y ultrasonidos clandestinos. Aún así, hoy hay 128 hombres en China por cada 100 mujeres. Fin a la política del hijo único y una esperanza para las decenas de millones de hombres solos y sin hermanos buscando el amor en éste, el gran país.