Trump prometió regresarle su “grandeza a los Estados Unidos”.
Los noticieros abarrotaron sus editoriales con la Convención del Partido Demócrata en Filadelfia que elegió a la Sra. Hillary Clinton. El evento comienzó mal. Estuvo empañado por el mapachismo en el proceso pre-electoral (quizá una copia del modelo mexicano) de algunos miembros del Comité Nacional Demócrata en contra del Senador Bernie Sanders. ¿Guerra sucia? o ¿Fuego amigo? Nadie sabe. El saldo, la renuncia de la jefa, Debbie Wasserman-Schultz y un problema más que neutralizar. Aún no pasaba la cruda mediática de la Convención del Partido Republicano donde el Sr. Trump prometió regresarle su “grandeza a los Estados Unidos”, cuando ya estamos frente de un escandalo mayor: “la posible conspiración y espionaje ruso a favor de los republicanos con el tema de la difusión de los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata que solicitaban apoyo a la candidatura de la Sra. Clinton”.
Muchas noticias, muchos futurólogos. Poca seriedad, nula prospectiva. Al igual que yo, quizá más de uno esté cansado con tanto bombardero mediático y en demasiada obviedad. Si bien es cierto la inmediatez por obtener la mejor nota es parte de la vida cotidiana de los medios de comunicación, llega el momento que la “noticia” pasa a ser una mercancía más. Y esto lo vemos también en el caso de las elecciones del vecino del norte. La mayoría de los conductores, analistas, reporteros, articulistas, columnistas, etc., etc., no hacen más que editar (no interpretar o analizar, ojo) el gran cúmulo informativo. Diría mi querido amigo Ignacio González: “es un toro muy placeado”.
Nos hemos olvidado de lo básico, es decir, la raíz de las cosas; los marcos de referencia; la objetividad y sobre todo, la originalidad. La interpretación de lo que pasa en las campañas políticas de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos es más sencilla de lo que parece: un proceso lleno de anti política-comedia y con dos candidatos rebasados por la realidad de un electorado cansado de las mismas promesas de siempre. Si a eso agregamos un mundo convulso que transita de un periodo unipolar a uno multipolar, el resultado es un gran espectáculo con matices de tragedia (por aquello de los planteamientos de Trump sobre la construcción del muro fronterizo pagado por México, la política y el comercio exterior). Quizá, el objetivo de informar de los medios se ha desvirtuado nutriendo más las notas; engordándolas sin llegar a ser objetivas, es decir, se convierten en productores de paja informativa. Más información, más ventas. A eso se reduce todo.
Probablemente los medios de comunicación, más aún, cuando hablan de información internacional, se han convertido en su propia antítesis. Es hora de darle la palabra los expertos del tema, de lo contrario, seguiremos enfrascados en malinterpretaciones y confusiones (que solo desinforman) que van desde lo más básico como lo es la explicación del sistema político de los Estados Unidos, hasta complejos análisis de los factores exógenos y endógenos que intervienen en el proceso electoral de ese país y en donde seguramente, como dice mi hijo Braulio, el tema de género jugará un papel de suma importancia en la elección del futuro presidente de ese país. Al tiempo.