Miedo a perder el empleo, a la vejez, a la soledad.
Miedo a perder el empleo, a la vejez, a la soledad, a no poder pagar las deudas, a no conseguir pareja, a tener hijos (por eso de que no seamos buenos padres) o a no tenerlos, al fracaso… y recientemente a perder el celular, a no estar conectados a Wi-fi y hasta miedo a engordar. Podríamos escribir miles de caracteres nada más de enumerar los miedos. La industria de los antidepresivos y ansiolíticos ha incrementado sus ganancias en los últimos años, especialmente en los Estados Unidos. Hay incluso corriente de expertos que dicen que todos estos miedos obedecen a estrategias orquestadas por las grandes compañías farmacéuticas. Lo cierto también es que hay discusiones filosóficas, espirituales, médicas, neurológicas… para tratar de definir lo que es el miedo, la ansiedad y sobre todo cómo enfrentarla.
Leí recientemente el libro Ansiedad, de Scott Stossel, editor en jefe de Atlantic Monthly, periodista que colabora en medios como New Yorker y The New Republic, también comentarista de radio y televisión. Y no es un simple libro de autoayuda, es todo un ensayo sobre el trastorno de la ansiedad abordado desde todos los ángulos posibles. Y es que Scott parte de su historia personal: ha padecido toda clase de fobias desde los 10 años de edad. Narra perfectamente los miedos irracionales que no le dejaban vivir a tan corta edad: fobia a vomitarse, a las alturas, a hablar en público, a los espacios cerrados… Y de ahí a probar más de 27 medicamentos, terapias psicológicas y medicina alternativa. El libro también hace referencia a grandes personajes como Kierkegaard, Freud, Charles Darwin que probaron cualquier cantidad de drogas y alcohol para tratar de apaciguar el alma.
El libro de más de 400 página me atrapó de inmediato. Y ya se imaginan por qué. Leerlo me abrió la memoria para recordar los miedos que me han invadido a lo largo de la vida y que hasta intuitivamente he podido controlar. Ahí va el catálogo: miedo a sacar menos de nueve en los exámenes: recuerdo el miedo nocturno previo a un examen, sudor frío, dolor de estómago e insomnio; ¡ah!, y palpitaciones.
Después miedo a perderme en en el gentío, al ridículo, a estar ante una multitud abierta. De esto último me acuerdo haberlo sentido durante un concierto de Michael Jackson en el Estadio Azteca. Había gozado el impresionante espectáculo cuando de pronto me sentí como hormiga en medio del Azteca y comencé a pensar y si hay una estampida, adonde corro y si alguien tira un petardo…. De inmediato la taquicardia, dificultad para respirar… el miedo, la ansiedad.
Tratando de aplacar su miedo, Scott Stossel describe que hay muchos disparadores de la ansiedad: carga genética, medio ambiente, problemas físicos y mentales. Pero lo que sí es un hecho y por eso quise escribir sobre este libro, sí hay formas de aplacar esos miedos irracionales. Sí hay mecanismos que ayudan a sosegar el alma y el cuerpo. No buscar ayuda, no sólo lastima el espíritu, sino también el cuerpo. Todavía me sigue impactando la capacidad de resiliencia que tenemos los seres humanos. Que pese a todo y todos nos podemos sobreponer a la peor de la circunstancias. Para eso es la vida, decía Schopenhauer para enfrentarla como se presenta, sino, no tendría sentido.
Pero tampoco tiene sentido vivir en permanente zozobra, en angustia ante la angustia. Infinidad de métodos, medicamentos, alternativas físicas como el ejercicio ayudan en gran medida a tranquilizar el alma.