Roberta Jacobson fue el adorno en la marcha LGBTTTI.
Existe un tipo de personas a las que les agrada caminar grandes distancias. En sus travesías urbanas, a través del asfalto, terregosos o arbolados camellones, plazas, parques, etcétera, libran obstáculos –como esos vendedores ambulantes sobre las banquetas–, buscando la expansión, más que del cuerpo, de la mente. Y cuando ese esparcimiento es compartido, entonces, en el reconocimiento con el otro encuentran diversión, regocijo, Identidad.
Así sucedió el sábado 25 de junio, durante la 38 edición de la Marcha por el Orgullo Gay (LGBTTTI), celebrada en la Ciudad de México.
Allí, una diplomática extranjera del más alto nivel hizo suya una consigna que los dirigentes de la política mexicana pronunciaron para invitar a todo mundo a apoyar los derechos de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Trasvesti e Intersexual, a través de la marcha que en esta ocasión tuvo como lema: Todas las familias, todos los derechos.
Roberta Jacobson se sumó a la causa.
Es una gran caminante de la diplomacia y, con esta hazaña de apariencia simple de caminar las calles de la capital de México, demuestra ser además una gran caminante de la política. Un ejemplo.
En este pastel multicolor, de 38 velitas y más de mil adornos y porras, la embajadora lució como una cereza gringa en la cima de este cremoso relleno de disfraces. Sonriente y amigable con los integrantes del contingente, ayudó a cargar una manta con la leyenda “La embajada de EU apoya la diversidad y la inclusión”.