«POTENCIAL»: Resiliencia, educación y adolescentes - Mujer es Más -

«POTENCIAL»: Resiliencia, educación y adolescentes

La capacidad de afrontar retos en la educación

La palabra más poderosa que he aprendido en el último lustro es resiliencia, que es la capacidad de las personas para afrontar adversidades de la vida, superarlas y transformarse en el proceso, una cualidad de primera importancia en la educación, nuestro gran motor de empoderamiento.

En México está en duda la calidad de la educación pública; pero persistir, superar las de deficiencias y llegar a tener una formación técnica o profesional, es una de las grandes claves de la movilidad social de las mujeres. Ese camino está lleno de obstáculos socialmente construidos, en una cultura donde la centralidad parece estar reservada al varón. Pero no son insalvables.

Por eso me gusta la palabra. Ser resiliente quiere decir que una es capaz de ir sorteando las descalificaciones, la violencia psicológica, el acoso, y fortalecerse con ese andar, aún en condiciones de marginación y pobreza, como lo muestran estudios aplicados en los municipios más pobres de México.

Según los especialistas, es clave para las jóvenes de secundaria tener en el entorno familiar un personaje significativo, que con frecuencia es la madre. Además de ser la administradora de la logística que enlaza a la familia con los recursos de la comunidad, es una persona que cree en verdad en la potencialidad de la niña y le ofrece la red de relaciones para persistir en su educación.

La escuela puede ser fuente de seguridad para las jóvenes, y cada año avanzado es un impulso. Es un lugar donde su esfuerzo es apreciado, se hacen amigos y con cierta frecuencia un ámbito donde puede “olvidar” las dificultades familiares. Por eso es necesario cuidar los ambientes escolares, especialmente en la adolescencia, para que sean nutritivos para las mujeres, y no reproduzcan conductas machistas.

Conozco y he trabajado con comunidades escolares rurales del Estado de México y hay algo que disfruto especialmente: la hora de entrada. Por regla general, las niñitas llegan perfectamente peinadas, con moñitos y limpias. Las ropas de las madres pueden no estar en buen estado; pero los uniformes están cuidados. Ese contraste habla de la inversión familiar, específicamente de las madres, en sus hijas. Esperan que tengan educación, algo que probablemente les faltó a ellas.

En los estudios de resiliencia escolar aparecen también las maestras, como ejemplos, que les ofrecen a las jóvenes visión de futuro, sucede por supuesto también con los varones; pero estas figuras son especialmente importantes para las jóvenes, porque pueden contrarrestar las tradiciones patriarcales del núcleo familiar, y convertir los estereotipos de sumisión en antiejemplos. Cosa que, sorprendentemente, también hacen las madres con ellas: “estudia, para que no seas como yo”.

Las características de las jóvenes resilientes son: empáticas y sociables, con autoconfianza, autonomía, son creativas, tienen proyecto de vida y, algo que me encantó descubrir, con sentido del humor. Son guerreras, pero no agrestes, sino optimistas y simpáticas. Sonríen cuando saludan al entrar a su escuela, y al jugar ajedrez. Y en el entorno tienen alguien que empuja (su madre) y alguien que jala (su ejemplo).

La educación universitaria y sus retos nos hicieron mujeres resilientes, empoderadas por nuestra trayectoria y conocimiento.

Ricas en capital cultural. Inicio esta colaboración semanal dedicada a quienes están en la Universidad o siguen formándose como profesionistas, con la invitación a potenciarnos con la educación en forma personal; pero también para ser de las que jalan, y ofrecer a nuevas generaciones ejemplos de plenitud y optimismo.

Genoveva Flores es periodista y académica del Tec de Monterrey.

 

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