Daniela Soto Innes, mexicana “Chef Emergente 2016” en los James Beard Foundation Awards.
Con sólo 25 años de edad, la chef mexicana Daniela Soto Innes fue ganadora de la categoría "Rising Star Chef of the Year" en los premios que otorga anualmente la Fundación James Beard de Estados Unidos, gracias a su destacado trabajo en el restaurante Cosme de New York (http://cosmenyc.com/m/es/), propiedad de su mentor y amigo, el chef Enrique Olvera.
En una entrevista publicada en la página de la fundación, Daniela cuenta que comenzó su entrenamiento a los 15 años, en la cocina del Woodlands Waterway Marriot en Texas, donde literalmente "lavaba lechugas y cortaba fresas".
Dice que fue muy afortunada de trabajar ahí bajo la supervisión de un chef que supo valorar su pasión y ansia de aprendizaje, sin importar que fuera de origen mexicano.
Entrenada también en los fogones de restaurantes de alta cocina mexicana, bajo la guía del chef Gerardo Vázquez Lugo, dueño del Nico's, y de Enrique Olvera, del Pujol (el primer restaurante mexicano en aparecer dentro de la lista de los 50 best), Daniela ha sabido fusionar los secretos culinarios de su madre y abuela con las estrictas técnicas de su entrenamiento formal, recreando los sabores favoritos de su infancia en México.
Dos de sus platillos estrella en el Cosme así lo demuestran: las "Duck carnitas" (carnitas de pato) y el "Husk meringue-Corn mousse" (merengue con crema de maíz).
Las carnitas de pato son preparadas según el método de su madre, cuya receta incluye leche condensada y evaporada, grasa y naranja.
El "postre de la casa" en el Cosme es algo muy especial para ella, pues fue inspirado por un momento feliz de su niñez. Explica que cuando su papá llegaba tarde por ella a la escuela, siempre la recompensaba con los merengues de La Gran Vía (rhttp://pastelerialagranvia.com/productos.htm), esos enormes y crujientes dulces rellenos de crema batida de la reconocida pastelería de la Condesa.
Pero su mamá no la dejaba comerlos antes de la cena y usualmente les preparaba "algo sano". Ese alimento "ligero" era una crema de elote dulce. De ahí que en su memoria culinaria una crema de maíz y un merengue eran la suma de un momento especial, cuando ella y sus hermanos se sentían "los niños más felices sobre la tierra".
Y eso es lo que representa el postre emblemático del Cosme, multifotografiado y compartido miles de veces en las redes sociales.
Y mientras llega el momento en que pueda hincarle el diente a uno de sus "Husk Meringue" en New York, de pura consolación me comí unos deliciosos y crujientes merengues de La Gran Vía (22 pesos c/u). Al probarlos, me quedó claro que cuando se "vive para comer" (y no se "come para vivir"), la infancia es destino.
¡Bravo por Daniela! Ella estará bajo mi lupa culinaria.