Por diversos sabores y aromas se recomienda la Feria de las Culturas Amigas.
Lo que más me gustó de visitar la Feria de las Culturas Amigas (FCA) fue observar el entusiasmo de los jóvenes por este foro.
Su “Hambre de mundo” –literal y metafórico– me llenó de esperanza. Observé a una juventud a la que no le importó hacer una fila de hasta dos horas porque quería saber qué hay del otro lado del mundo. Una juventud entusiasmada por culturas antes estigmatizadas como la árabe y la africana. Vi a muchos jóvenes tomándose una selfie en los stands de Arabia Saudita, Jordania y Marruecos, donde los productos más vendidos son sus cosméticos, como los “polvos de arroz” (100 pesos) para matificar el cutis y las “máscaras de pestañas” con aceite de argán.
En Libia, algunos se formaban para tatuarse su nombre en arábe y en Palestina, muchos querían comprarse una mini Hooka con dos mangueras, tabaco y carbón (desde 80 pesos). En Jordania, yo misma aluciné con las lámparas colgantes y de tipo “Aladino” (desde 250 pesos).
Los stands de países africanos resaltan porque son muy coloridos y sus anfitriones están vestidos con atuendos típicos que gustan mucho a los jóvenes, como en Ghana y Tanzania.
Esas manifestaciones me hicieron pensar que –pese a todo– ,sí podemos ser una ciudad incluyente, tolerante y cosmopolita.
Pero también para los adultos y familias completas, esta feria (montada en la Plaza Mayor del Zócalo capitalino y que concluye este domingo 5 de junio), representa un escaparate de lugares que nunca podrán visitar. Es por eso que sí hay iniciativas del gobierno local –como ésta– que son de celebrarse.
Por mi parte, acudí a la FCA con el ojo muy abierto y el paladar listo para probar sabores de allá y acullá. Mi recorrido comenzó en América Latina y como aún no desayunaba paré en Costa Rica para tomar un delicioso café arábica (20 pesos) que, aunque no era el famoso Tarrazú, sí estaba delicioso. Lo acompañé con una empanada de plátano rellena de queso y frijol (25 pesos) que me transportó a mi infancia centroamericana.
Tras admirar muchos artículos, probar tantos bocados, preguntar precios y tomar cientos de fotos, sentí hambre y decidí comer en Francia, ya que ofrece unos combos espectaculares: baguette de Ratatouille, té y un choux por 120 pesos. O dos baguettes (ratatouille y tradicional) por 120 pesos. Además, tiene a la venta bolsitas de Macarons y Canneles de Burdeos (desde $25). También vinos, incluyendo unas botellitas individuales muy monas de Merlot para acompañar las baguettes. El stand galo está provisto por las marcas La Boheme, Galia Gourmet y Odélices, todas con restaurantes en la Roma-Condesa y Polanco.
Para “bajar” esta comida, decidí regresar a los sitios que me robaron el corazón y comprar otras delicias para ir probando de a poco en la semana. Después de todas mis degustaciones y hallazgos, aquí les dejo mis recomendaciones, divididas por continentes.
De África
Marruecos: dulces con pasta filo y nueces, tipo “Dedo de novia”, tés y cosméticos.
Sudáfrica: cerveza de jengibre (25 pesos). Vinos de la marca Tall horse –conocida en México– que tiene ofertas y vinos exclusivos para la feria. Un trío que incluye un Shiraz, un Moscato (de recién lanzamiento en México, perfecto para maridar con postres) y el Pinotage rosé (todo por 390 pesos), así como dos vinos Premiun que no se encuentran en tiendas: Bellingham y Boschendal (un Shiraz con aromas de casís, cáscara de naranja y pimienta, 350 pesos).
De Asia
Tailandia: aquí la oferta de comida salada es vasta y buena. Combo de arroz y dos guisados (50 pesos). No se pierdan la carne agridulce y el jugo de liche (40 pesos).
Filipinas: stand muy sencillo con pocas cosas, pero con un hallazgo imperdible: turon de plátano caramelizado (rollo de hojaldre relleno de plátano, cubierto con caramelo, 10 pesos) ¡Delicioso!
Corea del Sur: toda la cultura k-pop y pan al vapor Animé, con formas de animalitos (rellenos de queso-café, queso-zarzamora, chocolate o salados; 30.00 pesos)
Laos: cerámica, incienso y pashminas de seda.
De Oceanía
Nueva Zelanda: stand sólo para información turística y la promoción de dos productos que apenas introdujeron al país: helados premium New Zealand Natural de venta en Superama (180 pesos) y vinos de la cepa Pinot Noir, marca Sileni, de venta en La Europea (desde 200 pesos).
De América Latina
Costa Rica: café 1820, 10.00 pesos la taza, (también a la venta en grano, 120 pesos) y empanadas de plátano (25 pesos)
Colombia: café Oma, 20.00 pesos la taza. Es el stand ideal para comprar regalos: bolsas de piel, sombreros y joyería con baño de oro.
Argentina: esperaba más, lo sentí algo desangelado, pero obviamente encontrarán vino, empanadas, choripan y alfajores. Los anfitriones vestidos con la camiseta albiceleste atienden amablemente.
Perú: no se pierdan los alfajores. De coco, chocolate, tradicional o almendra. 30 pesos. Simplemente exquisitos.
De Europa
Mis favoritos, por su destacada repostería y atención, fueron:
Serbia: trufa con frutos rojos. Postre de queso con mandarina, limón o frutos rojos. Tartaletas con fruta (40 pesos). También ofrecen Cerveza Brown Ale (desde 50 pesos) y comida salada, como salchichas.
Hungría y Rumania: Ambos stands ofrecen el emblemático Baklava Chesscake, tarta de queso cubierta con pasta filo caramelizada y el primero, los Kurtoskalacs, cilindro de masa ligera de pan relleno con cajeta, chocolate o crema pastelera ($50.00).
Bélgica: cervezas, waffles, chocolates elaborados con Callebaut y las famosas galletas especiadas Speculoos, propias de la Navidad.
Turquía: el icónico Turkish Deligth al que sucumbe Edmund en Las cróncias de Narnia, se vende a granel en sabores de rosas, avellana y limón (30 pesos) y también en caja (160 pesos). No se pierdan el de sabor a rosas. Aquí también hay que admirar y, si se puede, comprar las pashminas en seda y cashemere bordadas a mano (desde 3 mil pesos).
Aún quedan tres días más de la FCA. Vayan ligeros de ropa, con efectivo (solo Francia acepta pagos con tarjeta) y una mochila vacía. ¡Feliz Viaje!