En público, y en privado, nos dieron atole con el dedo…
El pasado sábado 28 era la fecha límite para que el Senado aprobara las “leyes anticorrupción”, así lo exigía la ley. Pero una vez más, no quisieron. Concluyó el período ordinario y de nada sirvieron los llamados y reclamos de la sociedad, para enfrentar ese flagelo que es la corrupción. Ni siquiera la voluntad de promover un periodo extraordinario, antes de las elecciones, para desahogar las tan manoseadas leyes.
No es la primera vez, ni la última, desde luego, que los legisladores incumplen un término perentorio que ellos mismos se fijan.
En público, y en privado, nos dieron atole con el dedo, simplemente la cerrazón. Total, que no hubo ni deseos ni intenciones y mucho menos antes de una elección que dejará costos para todas las fuerzas políticas, ninguna se salva.
Después del proceso electoral del 5 de junio y cada quien con su golpe, entonces habrá periodo extraordinario de sesiones, para sacar las siete reformas del Sistema Nacional Anticorrupción y que se advierte, saldrán “descafeinadas”.
Culpan al PRI y a sus aliados por la falta de compromiso y voluntad para sacar la iniciativa. Los señalan como los responsables de frenar su aprobación en tiempo y forma (situación que por debajo de la mesa, adversarios políticos disfrutan, porque más allá del discurso, nomás no querían, de una u otra forma colaboraban con la dilación del inevitable tema).
Organizaciones sociales, instituciones educativas y organizaciones no gubernamentales, participaron con los legisladores en la discusión de estas iniciativas, pero “otros intereses” se impusieron. ¿Se aprobará una reforma anticorrupción, creada por quienes son ajenos a la transparencia y omisos a la rendición de cuentas? Es romántico pensar que si.
Más de 600 mil mexicanos firmaron la iniciativa ciudadana conocida como “3 de 3” que –obliga a los políticos y funcionarios públicos a presentar su declaración fiscal, declaración patrimonial y posible conflicto de intereses- . “Es que atenta contra nuestra seguridad” aluden algunos legisladores. Pero ¿cómo podrían justificar fortunas millonarias; adquisición de casas con tantos privilegios; propiedades en otros lugares del mundo (como Miami, Nueva York y Madrid, entre otros) o inversiones en paraísos fiscales?
Dentro del extenso catálogo de problemas nacionales, la corrupción, es el mal endémico, que más irrita a la sociedad. Un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad, IMCO, señala las instituciones que se perciben como más corruptas:
1. Partidos políticos (91%)
2. Policía (90%)
3. Funcionarios Públicos (87%)
4. Poder Legislativo (83%)
5. Poder Judicial (80%)
La corrupción es un lastre, que cuesta a los mexicanos entre 700 y 900 mil millones de pesos anualmente. Casi el 9% del Producto Interno Bruto (PIB) señalan algunos organismos. Además de los costos en la imagen internacional que inhibe la inversión extranjera.
Una reforma anticorrupción no es la solución, ni será suficiente para terminar con este cáncer que ya tiene metástasis. Mientras haya impunidad, nada curará el mal.