Venezuela es percibido como el país más corrupto de Sudamérica.
Son las 6:00 de la mañana. Patricia Tagliaferri se levanta y no sabe lo que va a suceder. Simplemente se dispone a seguir la inercia de un día más en su rutina. Una jornada más como funcionaria pública y de pasar por su cabeza, como lo ha hecho desde su graduación, que nunca ha podido ejercer como técnico superior en Informática.
Sale de su casa, dejando a expensas de la suerte a su hijo de dos años de quien asegura, “se merece un futuro mejor”. Patricia se cuestiona qué será de su familia, si en este momento no tiene pañales, leche… incluso ni para comer. “Mi sueldo alcanza para comprar solamente tres pollos al mes”, se dice a sí misma lamentándose de los tiempos de bonanza que seguramente poco ha gozado.
Durante su jornada laboral, le viene a la mente la imagen de su tía, a quien hace unas semanas, por reclamar un horno que le quedó mal arreglado, la golpearon hasta casi matarla. Aquella foto de su parienta sangrando la hace reflexionar qué será de ella y de los que la rodean, a cada segundo.
Regresa a su casa, sale al supermercado con su hijo y marido. Antes de llegar, los intercepta una banda de jóvenes. A punta de pistola los despojan de lo único que podría salvarlos de muchos apuros: el coche. Rogaron a los ladrones para que no los mataran. No los culpan. Venezuela está fuera de control. Fuera de sí.
Lo único que le queda a Patricia es su marido y su pequeño. Cualquiera podría decir que es lo mejor en tiempos de crisis. Ella lo está dudando. Más que futuro incierto, Patricia sufre la incertidumbre de qué presente les espera. Quizás simplemente el de romper el silencio frente a un video y exigir ser vista por todo el mundo. “Que todo el mundo se entere de lo que el venezolano vive todos los días”, afirma.
¡Despierta! Mitad ficción, mitad realismo. La única realidad es la que todos conocemos, sabemos y que quién sabe hasta dónde llegue… La percepción, ésa que deja clara Patricia en su video: “Este gobierno nos ha llevado a la miseria, al fracaso; a una depresión terrible”.
¿Qué está pasando en Venezuela?
Cuatro meses antes de su muerte, Hugo Chávez nombró a Nicolás Maduro, entonces vicepresidente y canciller, como su sucesor. El mandatario venezolano quería asegurar su legado y ponerlo a salvo de las luchas internas del chavismo.
El fallecimiento del líder, en 2013, puso a Maduro ante el reto de dirigir un país en crisis económica —alimentada por la caída del precio del petróleo—, una fuerte inestabilidad política y el ascenso de la oposición. Las elecciones presidenciales del mismo año revelaron los cambios que se avecinaban, con una reñida victoria del oficialismo por menos de dos puntos.
Las protestas en la calle, la persecución a los políticos opositores y los conflictos diplomáticos, sumados a la derrota en las legislativas y el apagón energético son los principales capítulos del ocaso del chavismo sin Chávez.
Venezuela es percibido como el país más corrupto de Sudamérica, según el índice que elabora Transparencia Internacional de todos los países del mundo. De 0 (más corrupcción) a 100 (menos), en 2015 tiene 17 puntos (dos menos que el año anterior y ocupa el puesto 158 de 167 países analizados. Respecto a la criminalidad, la tasa de homicidios en Venezuela es la segunda más alta del continente, sólo superada por Honduras.
En una encuesta, los habitantes consideran que la situación que vive Venezuela es negativa (89,3%) y un 77,9% valoran negativamente la gestión del Gobierno de Nicolás Maduro (más de 50 puntos de los que la consideran positiva). Mayoritariamente les gustaría un cambio en el Gobierno del país y un 70,5% preferiría que Maduro sea revocado en un referéndum.