De la tortura al perdón - Mujer es Más -

De la tortura al perdón

Una historia más de las que hemos conocido y lamentado en el país: los yerros persistentes de la procuración de justicia en México.

Sólo pasaron unas horas, en que el Departamento de Estado de los Estados Unidos había dado a conocer su Informe Anual sobre Derechos Humanos en el Mundo. Una vez más, señalaba con el dedo que acusa, la participación de policías y de elementos de las fuerzas armadas de México, en ejecuciones, torturas y desapariciones forzada. Lo calificaba como uno de los problemas más graves y de difícil solución en el país. 

Sólo unas horas habían pasado, apenas se digería el señalamiento de un tema deleznable, cuando la cada vez más potente arma de un video-denuncia, mostraba y justificaba, en las redes sociales, la mención del Departamento de Estado: una mujer era torturada por elementos del Ejército y una Policía Federal.

Imágenes brutales que perturban; provocan ira, impotencia y confirman que en nuestro país persiste el flagelo de la tortura. Los hábitos y métodos de barbarie como una práctica sistemática y generalizada, como “usos y costumbres” entre policías y militares, para obtener confesiones, información, incluso hasta que la víctima se inculpe, de la manera más atroz.

La Secretaria de la Defensa Nacional, SEDENA, tuvo que dar la cara y confirmar que los torturadores sí eran militares y que ya estaban procesados. Que esa agresión había ocurrido el 4 de febrero de 2015, en el municipio de Ajuchitlán del Progreso, en el estado de Guerrero y que la instancia encargada de vigilar la disciplina de los militares, conoció de los hechos, apenas, en diciembre del año pasado, 10 meses después.

A principios de este año, la procuraduría militar cumplió con la orden de aprehensión a un capitán y a un soldado; como presuntos responsables del delito de desobediencia.

La mujer torturada es Elvira Santibañez, integrante del grupo criminal conocido como La Familia Michoacana, que se dedicaba a secuestrar y extorsionar en la zona de tierra caliente. Actualmente está presa en un penal de Nayarit y podría ser liberada “por fallas en el debido proceso”. Una historia más de las que hemos conocido y lamentado en el país: los yerros persistentes de la procuración de justicia en México.

Y no hablemos de la justicia pronta y expedita. Ha pasado más de un año y apenas hace unos días, el 19 de abril, un juez federal ordenó la aprehensión de tres agentes de la Policía Federal y dos militares, responsables de torturar a Elvira. Dos policías fueron detenidos ese mismo día y la policía torturadora, ésa que con sangre fría dice “quieres más bolsita, más agüita, más toques”, esa mujer fue capturada; dos días después, en Chalco, Estado de México. Los militares están presos el campo militar No 1.

En un hecho inusual, pero urgente, se ofrecieron disculpas –ordenadas por el Presidente Enrique Peña Nieto-– Primero del general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, en el campo militar número uno. Ante miles de militares reunidos para la ocasión, el secretario general pidió perdón, por lo que se vio en el video y advirtió a los elementos de las fuerzas armadas, que esos hechos repugnantes que denigran a los soldados, no deben repetirse. “Desde este campo militar, en nombre de todos los que integramos esta gran institución nacional, ofrezco una sentida disculpa a toda la sociedad agravada por este inadmisible evento”.

Después se disculpó Renato Sales, titular de la Comisión Nacional de Seguridad, “por las imágenes intolerantes, que deshonran”. Enseguida, Roberto Campa, subsecretario de derechos humanos de Gobernación acentuó: “Ni en los peores escenarios puede ser usada la tortura. Ni con los peores delincuentes”.

Las disculpas públicas no son suficientes. Lamentablemente, parecería necesario de ese tipo de videos (que son atroces, pero sirven como denuncia) debería haber muchos, para revertir, de manera contundente, ese secreto a voces de la tortura.

Incluso los militares, como parte del protocolo, deben grabar sus acciones. Pero el poder de un celular o de cualquier cámara que grabe video es superior a los protocolos militares. Es difícil creer que después de esto, las cosas cambiarán. Ese hábito enquistado en las instituciones armadas o de seguridad, no acabará por un video que se hizo viral. Sin duda muchas historias similares o incluso más crueles (la realidad siempre le gana a la ficción) no tienen ese video que denuncia, que muestra la barbarie y que sólo queda en la conciencia de los agresores y en la memoria de las víctimas, claro, las que logran sobrevivir.

Ante esa adversidad cotidiana, un solo caso debería cimbrarnos.https://www.youtube.com/embed/inSw8oaPQ3Q

 

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