Por. Gerardo Galarza
Los hechos y los dichos del presidente de la República, secundado por sus cercanos, en los días recientes no presagian una jornada electoral nacional sin dificultades y, en caso extremo, que será impugnada por quienes la hayan perdido, con probabilidad de conflictos poselectorales.
Las actitudes y acciones de descalificación, revancha y obstaculización de miembros del gobierno federal frente a la llamada Marcha Rosa así permiten pronosticarlo. Sin caer en el catastrofismo, es fácil imaginar que atrás de ellas hay una campaña para inducir miedo inmovilizador a los electores, -lo que evidentemente beneficiaría al oficialismo-, sin siquiera contar la violencia generalizada y, especialmente, la dirigida contra candidatos a puestos de elección popular.
Como ya es costumbre, el presidente no tiene ningún empacho de disfrazarse de lo que le convenga, así sea de merolico de feria pueblerina o pendenciero de cantina. A la exigencia opositora de que la bandera nacional ondeara en el Zócalo, como los protocolos lo ordenan, dijo que el lábaro patrio es de todos los mexicanos, incluso “de los traidores”; y ante la ocupación de la plaza mayor por parte de maestros de la CNTE, anunció que el domingo no estarían ahí.
En ambos casos mintió. Los primeros marchistas se encontraron con el Zócalo cerrado con vallas, ocupado por los de la CNTE y sin bandera nacional, que fue izada después de la nueve de la mañana (la seis, es la hora oficial), cuando las protestas en las redes sociales crecían. No sin enfrentamientos, lo manifestantes lograron arrinconar a los maestros y ocupan casi la totalidad del Zócalo y diversas calles aledañas.
También se supo, por voz de uno de los dirigentes de la CNTE, que hubo llamadas telefónicas de quienes ocupan las secretaría de Gobernación y de Educación Pública ordenándoles mantenerse en el Zócalo.
Antes, quien funge como presidenta del INE pretendió descalificar (impedirlo hubiera sido imposible) a los marchistas dominicales “pidiéndoles” no utilizar el rosa, por ser presuntamente el color institucional del organismo electoral. Lo hizo vestida de azul: ¿el PAN podrá pedirle no utilizar “su” color? La señora gerente del INE nunca ha “pedido” al gobierno federal no utilizar el guinda por ser el color institucional del partido oficial o al revés, como se quiera.
Dentro de dos semanas habrá resultados previos de los procesos electorales federal y estatales. El cómputo oficial será el miércoles 5 de junio y luego vendrán cuatro largos meses de permanencia de quien se quiere mantener en el poder, a través de su candidata que a eso se ha comprometido: construir el segundo piso de la transformación.
La principal arma legal y legítima de los ciudadanos (los unos y otros; los oficialistas y los opositores) en un sistema democrático es la emisión de voto libre.
Así, la mejor manera de defender la democracia mexicana -endeble o robusta- es acudir el votar el 2 de junio próximo.
Se sabe desde ahora que sólo hay dos opciones reales: el cambio o la continuidad. Usted escoja y acuda a la casilla electoral a ejercer su derecho y obligación al voto. Por este derecho millones de mexicanos lucharon por años, fueron reprimidos, estuvieron en la cárcel, y algunos hasta murieron. Ellos lo hicieron por un país mejor para sus hijos y nietos. Hay que aprovechar y apoyar esas luchas, aunque el gobierno pretenda acallarlas y anularlas.