- “Aquí estoy papá, cuenta conmigo…”
Por: Cut Domínguez
@cut_dominguez
Ahora recuerdo algunos episodios que vivimos juntos, unos gratos y otros fastidiosos, pero juntos. Como aún mocosa, esos largos días de hospital luego de una seria intoxicación estomacal y tu angustiosa súplica en una de mis visitas, “no te vayas, no me dejes aquí”. Más tarde, en tu baile de quinceañera o tus lágrimas al verme alcoholizado o enfermo; y en cada momento de mi vida resonar en mis oídos esa cálida frase: “Aquí estoy papá, cuenta conmigo, jamás suelto tu mano”, que me apapacha el alma como a un recién nacido acabado de nacer.
Según el latín, Diana es una mujer de aspecto celestial, “mujer divina”. Según yo, un diamante envuelto en terciopelo azul. ¡Que caray por algo soy tu padre!
Eres preciosa mi dulce hija, cuyo encanto no se encuentra en tu rostro, que es bello, ni quién lo dude; ni en tu figura esbelta. Radica en tu corazón, con un para de ventanas color castaño que parecen retadoras, pero son espontáneas y expresan afecto a todo el mundo.
Has sabido ser cómplice del tiempo y subiéndote a su vagón eres todavía más hermosa, gracias a tu quehacer y esfuerzo cotidiano. Por eso te admiro y te quiero los lunes, los martes, los días festivos y todos los días del año.
Te quiero porque cuidaste a Dante, el más pequeño de mis nietos, como si fuera tu hijo; porque a veces me riñes y después me haces reír. Te quiero porque desatas tu humor a carcajada abierta y dices “me vale”, porque amas a tu madre como a ti misma y vas de compras en taxi. Te quiero por compartirme de tu bolsa de papas y porque te negaste a posar para la revista Vogue. Te quiero por hacerme sentir orgulloso de ti y traerme quesadillas cuando me visitas. Te quiero porque me llamas para llorar juntos y terminamos contando chistes de pericos. Por eso y más te quiero Diana, mi niña de hoy y de siempre.