Por. Adriana Luna
Miles de mujeres ilusionadas o no con dar vida, más frecuentemente que lo reconocido, sufren también un dolor tan profundo, largo y silencioso que en muchas ocasiones las marca de por vida. En medio de la incomprensión no sólo de la pareja, de la familia, de los amigos, incluso de ellas mismas.
Gaby reconoce que cuando alguien le pregunta ‘¿eres mamá?’ o ‘¿tienes hijos?’ y responde con un ‘No’, siente que miente porque sí fue madre, pasando por las contracciones y la leche en los pechos, pero sin un bebé que arrullar, porque murió en su vientre. Sufrió un aborto diferido.
Aunque ella nunca soñó con ser madre, la vida le regaló el privilegio de tener al menos por un tiempo, un embrión que podría haberse convertido en una linda jovencita. Así la vio en un sueño que tuvo incluso antes de saber que estaba embarazada.
En su sueño aparecía Valentina, hermosa, con ojos brillantes. Le revelaba que era su madre y juntas reían y charlaban. Pero había un detalle que incluso al abrir los ojos al día siguiente recordaba perfecto ¿por qué vestía de negro hasta las botas?
‘Sí fui madre’, ‘sí tuve una hija’, dice sin dudar. De hecho, tiene un anillo como símbolo de ese vínculo que tuvo con Valentina en su vientre. Y que transformó toda su vida. Aunque la bebé duró unos cuantos meses en su cuerpo, le enseñó a valorar lo más importante. La obligó a reestructurarse emocionalmente, a replantearse su vida.
Cuando Gaby, psicóloga de profesión, tuvo que conseguir más herramientas emocionales de las que tenía para poder asimilar ese doloroso capítulo en su vida y comprender los para qué, poco después de superar su duelo, comenzaron a llegar a su consultorio muchas pacientes que pasaron por un aborto, pero también había varones que querían comprender a su pareja y ayudarla. Ella había mantenido su vivencia en silencio, no quería compartirlo, aunque en su interior había una llamaba que le quemaba el pecho y le gritaba que escribiera sobre Valentina.
Fue entonces cuando supo el por qué y para qué habría enfrentado este dolor tan profundo de tener vida y muerte en el vientre materno. No podía ser casualidad que tuviera tantos pacientes con los mismos síntomas emocionales, incluso personas que vivían en otras latitudes. La profesional de la salud mental pudo identificar que no importa dónde viva la mujer, cuando pierde a un bebé en su vientre, como ser humano enfrenta cuestionamientos y dolencias emocionales y físicas similares.
Gaby sufrió el aborto en plena pandemia. Ahora publica ese libro que cuenta el íntimo vínculo de unos padres y su hija que no vio la luz. Donde los mares se encuentran: la historia de un aborto diferido. El objetivo es que las madres que sufren ese trauma, sepan que no están solas y que hay una esperanza de reconstrucción emocional. Esa muerte en su vientre, enseña a amar la vida.