Por. Bárbara Lejtik
Olimpia Coral Melo, una mujer joven originaria del poblado en Huauchinango, Puebla, vivió uno de los momentos más difíciles por los que pueda atravesar una mujer, una persona en la que confió y otras muchas que no la conocían, la hicieron desear amanecer muerta.
¿Qué tiene que pasar para que una mujer pueda odiar su propia vida, cambiarse de país, de nombre, de piel?
Un video en el que Olimpia mantenía relaciones sexuales consensuadas con su pareja fue compartido por él en redes sociales. (Y por redes sociales entendamos no solo medios públicos, también mensajes de WhatsApp y correos electrónicos).
La persona en quien ella confiaba la traicionó y muchas otras quisieron hundirla también, se divirtieron a costa de su intimidad, lucraron con su vergüenza.
Olimpia quiso que el suelo se abriera bajo sus pies, pensó mil veces que prefería la muerte a seguir viviendo con esta humillación.
Pero Olimpia entendió gracias a otras mujeres, que seguramente pasaron por la misma agresión. que no era la única.
Que han sido millones de mujeres las que han sido traicionadas por sus parejas y también por sus amigas o al menos decían serlo, porque el ciberacoso y la ciberviolencia la pueden ejercer tanto hombres como mujeres.
Alguna vez alguien me dijo que la única defensa real que tienen los hombres para no ser dominados por las mujeres, es el odio que entre ellas mismas se tienen.
No estoy del todo de acuerdo, pero creo que resulta imposible de creer que seamos las propias mujeres quienes nos empeñemos en ponerle el pie a la de a lado solo por gusto.
Olimpia superó la vergüenza y decidió no quedarse callada y luchar por todas las mujeres, de todas las edades, de todos los estratos económicos y sociales, que han sido víctimas de este delito.
Fue estado por estado buscando apoyo, hablando ante grupos en los que no todos la apoyaban, juntando firmas, exponiendo su intimidad una vez más pero ahora para ayudar, encontró empatía en la sororidad de otras mujeres y el apoyo de hombres de bien que están conscientes de que Olimpia pudo haber sido su hija, su hermana, su madre o su amiga.
Finalmente, llegó al Congreso del Estado y en 2018 se aprobó la Ley Olimpia que protege y defiende a las las mujeres víctimas de la ciberagresión y la castiga con prisión, con una pena de 3 a 6 años y multas más compensación por daños morales a la víctima, a todo aquel o aquella que difunda, comparta, exhiba o reproduzca fotografías, videos o audios de contenido sexual sin el consentimiento de una persona.
Basta una denuncia para que la persona que incurra en este delito sea llamada a declarar o se le gire una orden de aprehensión. Habrá quien tenga dinero para pagar fianzas y “resarcir daños”, pero el antecedente penal queda como una mancha de vergüenza en su expediente de vida.
Si tú o alguien que conoces ha sufrido una situación como esta no dudes en acudir al Ministerio Público a denunciar a tu agresor, el gobierno tiene la obligación y el deber de apoyarte.
Denuncia a quien actúa cobardemente tirando la piedra y escondiendo la mano, una piedra que ha terminado con él autoestima y la felicidad de millones de mujeres en el mundo.