sábado 23 noviembre, 2024
Mujer es Más –

Por. Yohali Reséndiz

El cáncer de mama (CaMa) es la neoplasia maligna más frecuente en las mujeres a nivel mundial y la principal causa de muerte por cáncer entre la población femenina.

En nuestro país, la tasa de incidencia y mortalidad por cáncer mamario ha ido en aumento paulatino en los últimos 10 años.

Solo en 2020, la incidencia fue de 28.2 casos por cada cien mil mujeres, mientras que la mortalidad fue de 10.6 casos por cada cien mil mujeres.

Este padecimiento es un grave problema de salud pública y representa un reto multidisciplinario, ya que su control implica ofrecer educación para la salud, mejorar programas de prevención y detección oportuna de cáncer; así como optimizar los tratamientos y cuidados paliativos para mejorar la calidad de vida de quienes enfrentan esta enfermedad.

El origen del cáncer de mama es multifactorial y contribuyen a su aparición y desarrollo: ser mayor a 50 años, la obesidad, el consumo de alcohol, un incremento en la exposisición a estrógenos endógenos y/o exógenos indicado por una menarca temprana (antes de los 12 años) y una menopausia tardía (después de los 55 años), la nuliparidad, terapias de reemplazo, ciertos anticonceptivos orales, antecedentes familiares de haber tenido este padecimiento, la inmunosupresión, el tabaquismo y mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2, entre otros.

Existen tres métodos para su diagnóstico: examen físico e historia clínica completa, técnicas de imagen y biopsia.

El tratamiento del cáncer de mama dependerá de lo avanzado que esté y qué tipo de cáncer esté presente.

Puede utilizarse la cirugía, la radioterapia, la quimioterapia, la terapia endocrina y la terapia dirigida.

El cáncer de mama se “estadifica” de acuerdo con el tamaño del tumor, la afectación de los ganglios linfáticos y el hecho de que se haya diseminado fuera de la mama y de los ganglios linfáticos a otras partes del cuerpo, según el sistema TNM (T – tumor, N – ganglios, M – metástasis).

Esta información se utiliza para ayudar a decidir el mejor tratamiento.

La presencia de biomarcadores, incluidos los receptores hormonales y el receptor HER2, ayudan a determinar el tipo de terapia que se administrará.

En años recientes se ha demostrado que los receptores de hormonas esteroides juegan un papel importante en el desarrollo de varios tipos de cáncer. Lo anterior ha propiciado el uso de terapias antihormonales que se basan en la inhibición completa o parcial de la actividad transcripcional de estos receptores o el uso de compuestos que bloquean la producción de hormonas a nivel sistémico.

A pesar de que estos tratamientos han sido de gran eficacia, son de valor limitado en pacientes con cáncer de grado avanzado, debido a que presentan resistencia a los fármacos.

El estudio de las proteínas y los mecanismos moleculares que modulan la actividad de los receptores de hormonas esteroides constituye una de las estrategias para su evaluación como nuevos blancos terapéuticos.

 

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