domingo 24 noviembre, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«EL DELEITE DE COMER» Tsunami japonés

Por. José Luis Hernández

Una enfermedad me llevó al gusto por la comida japonesa. Cuando era Niño me dio hepatitis. Lo que viene a mi memoria es la instrucción de una dieta estrictamente sana: pollo mañana, tarde y noche; cero huevos y lácteos; para mi en ese entonces fue todo un sacrificio. Cuando recibí el alta, mi doctor, el general Napoleón Ramírez Chacón, supo que sufría en cada alimento y me dio una sugerencia:

¿Has probado la comida japonesa? Le dije no. “Bueno, de todo el menú sólo no puedes comer dos cosas: el yakimeshi y el tempura, de todo lo demás si”.

Entonces ahí voy a conocer el primer restaurante japonés en mi vida.

Este restaurante se llama Nagaoka, está en la colonia Nápoles.

Si van por primera vez y no tienen idea de qué pedir -porque aquí sí es comida tradicional japonesa-, el menú típico que consta de siete tiempos es ideal, debe uno que tener la tripa vacía para podérselo acabar.

Primer tiempo: pulpo con pepino, pasta japonesa y vinagre dulce.

Segundo tiempo: un sashimi corte fino de varios tipos de pez.

Tercer tiempo: el arroz mixto( yakimeshi).

Cuarto tiempo: un plato mixto de tempura.

Quinto tiempo: una sopa miso.

Sexto tiempo: se llama toricatsu y por último el camelado, es una gelatina con nieve y kalhua.

Les recomiendo compartir este menú en pareja, para que puedan pedir como botana una delicia llamada gyoza, junto con nigiris de tamaga (bolita de arroz con un omelette de huevo dulce), algo de un sabor increíble, siempre y cuando te guste mucho el huevo, sino, ni le hagan al aventurero.

Otro gran restaurant japonés es el Suntory. Este fue un comedor político en los sexenios anteriores, de una calidad y una atención personalizada, te hacen sentir como si fueras el dueño del lugar. Aquí la especialidad es el tepanyaki (te cocinan enfrente de ti en una parrilla); todo un show y un sinnúmero de entremeses, como los rollos de espárragos envueltos en filete sobre una salsa de soya horneada y no se digan sus sashimis (pescado crudo) de una calidad internacional.

Y para finalizar el Centro Cultural Japonés, ubicado en Las Águilas.

Aquí les recomiendo los ramen (caldo con pasta y proteína).

El estar comiendo en un jardín espectacular con plantas y árboles japoneses, dan una atmósfera de tranquilidad. Les aseguro que si un día andan por estos rumbos, y quieren sentirse como en Japón, arriésguense a comer algo tradicional y de sabores únicos. ¡No se van a arrepentir!

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