Soy mujer transexual y como tal, he tenido que enfrentar prejuicios, rechazo y falta de respeto por mi condición. Por fortuna, menos que muchas de mis colegas y que mucha de la gente que integramos de la diversidad sexual. Considero este hecho producto del miedo que se deriva de la ignorancia.
Vivimos actualmente en un mundo y un México muy contradictorios, porque pese a la apertura que hay en el discurso y supuestamente también en el seguimiento de acuerdos y políticas internacionales, que debe derivar en el pleno reconocimiento a nuestros derechos, la realidad es otra y se muestra de forma terrible en la cotidianidad cargada de agresiones y transfeminicidios, manejados de forma cínica y equivocada por parte de los medios de comunicación.
El año pasado enfrentamos una arremetida de los sectores más conservadores en contra de nuestros derechos, con la campaña abierta que se pronunció contra el matrimonio igualitario, orquestada a través de muchos medios y con manifestaciones abiertas del llamado Frente Nacional de la Familia, que tiene vínculos y orígenes en los sectores más reaccionarios y oscuros de la sociedad mexicana, así como la participación abierta de la Iglesia Católica, a través de lo expresado por el obispo Norberto Rivera en el Semanario Desde la Fe.
Pese al embate, por fortuna no lograron echar para atrás lo logrado en algunos estados de la República, incluyendo Ciudad de México, ni el hecho de que la Suprema Corte de Justicia reconozca en todo el país el matrimonio igualitario y el derecho a adoptar por parte de las parejas del mismo sexo, aunque en ambos casos, debido al marco legal “raro” que nos rige (federal, estatal y a veces local) tengamos que recurrir al amparo y a costosos procesos legales, lo que sigue siendo discriminatorio.
No voy a detallar aquí los argumentos que se presentan en contra de nuestras libertades, pero puedo afirmar sin temor a equivocarme que todos los argumentos son producto de la ignorancia, la falta de educación e información, que colocan a México como uno de los países más avanzados en tecnologías y medios de comunicación pero con una mentalidad del siglo XVIII.
La agresión cotidiana, violenta e inquisitorial, que llegamos a padecer los integrantes de la diversidad, está basada en un odio que se deriva, antes que nada, del miedo a lo diferente, sumado al interés constante desde múltiples grupos de poder, de controlarlo todo para poder ejercer impunemente la opresión y el mantenimiento del estatus quo que conserve indemnes muchos intereses políticos e ideológicos.
Es así que la ignorancia sustenta y es alimento de la ideología negativa; es decir, aquel conjunto de creencias individuales y colectivas que impiden el desarrollo humano pleno, encasillando a las personas con el control y la opresión. Y es ahí cuando la ignorancia se convierte además, en un crimen.
Esta ignorancia es similar a la de diversos grupos y religiones, que consideran la vacunación y las transfusiones de sangre como un pecado capital y prefieren ver morir a sus enfermos y niños, como si fuera mandato de Dios.
O como aquellas religiones que afirman que, si un hombre realiza actividades supuestamente exclusivas de la mujer (visión de siglo XV) como cocinar, fabricar ropa o cuidar niños, se vuelven homosexuales.
Posiciones ignorantes que consideran que cualquier cosa que se salga de lo “normal” es desviación, perversión y obra del diablo. Ignorancia y más ignorancia, miedo y más miedo.
Se trata del mismo miedo ignorante y cómplice que afirma que los niños adoptados por parejas homosexuales pueden ser víctimas de abuso (como si ser homosexual te volviera en automático en abusador), mientras niegan el hecho flagrante denunciado y documentado de los sacerdotes pederastas y de los abusadores en potencia que hay en familiares, parientes y amigos de una familia supuestamente “normal”.
Ante esta situación junto con la batalla legal por nuestros derechos, nos corresponde impulsar el conocimiento científico, cultural, social, filosófico, porque será éste el que alumbre y acabe con las tinieblas de la ignorancia.
En los países más avanzados y respetuosos de la diversidad, aparte de que se observa un respeto legal e irrestricto a los derechos humanos de todos y para todos, encontramos sociedades educadas e informadas; desde pequeños, a los niños se les instruye en todos los temas con rigor científico y se discuten y comentan de forma madura, responsable y por supuesto educada.
En mayo de 2016, participé en la Primera Semana de la Diversidad Sexual en el Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM, impartiendo un tema sobre Diversidad Sexual, Visión Cultural y Medios de Comunicación. Con mi amiga Virginia Hernández, Curadora Educativa de la Sala de Sexualidad Humana de dicho Museo, colaboré en el diseño del programa de conferencias, que incluyó, de manera destacada, talleres para padres y maestros, porque creímos y creemos firmemente en lo que establecía el slogan del evento “Conocimiento es Respeto”.
Al respecto, considero que una estrategia para lograr el respeto pleno de los derechos de todos quienes integramos la diversidad, sería dar una serie de pasos que propongo a continuación:
1.- Educar desde la niñez sobre el respeto, desde una perspectiva de igualdad de género y derechos humanos para todos. 2.- Promover activamente el conocimiento del marco legal para su respeto por parte de los ciudadanos y para la aplicación y apropiación de quienes somos sujetos de su protección. 3.- Educar para acabar con la ignorancia que provoca bulliyng y acciones discriminatorias. 4.- Monitorear los medios y, en su caso, señalar el error y proponer de manera constante la corrección y acciones preventivas que pasan incluso por la capacitación respecto de estos temas.
Que los medios corrijan mediante el uso serio y sustentado de las redes sociales y realicen lo conducente de acuerdo al marco legal de derechos humanos.
Se trata pues de informarnos constantemente, culturizarnos, e incluso para contrarrestar la ignorancia ejemplificar sobre los aportes de los integrantes de la diversidad al desarrollo pleno de la sociedad, lo que muchas veces pasa desapercibido en los medios y en las redes sociales.
En mi proceso de cambio, he compartido y explicado con mis conocidos y amigos, así como la familia, información sobre lo que es la transexualidad y la diversidad sexual, e invariablemente hay reconocimiento y aceptación; conforme la gente me conoce y reconoce, me brinda su cariño y sobre todo su respeto.
Alicia Guerrero es mercadóloga y comunicóloga, orgullosamente mujer trans en proceso de cambio. Ha dirigido diversos organismos gremiales de ambos rubros. Actualmente es asesora en estos temas así como de equidad de género, combate a la violencia y empoderamiento femenino.