Quizá era puro morbo. Quizá era ironía o quizá una pregunta noble. En las resbaladizas redes sociales ya no se sabe.
Pero la respuesta, contundente, directa y sin ambages nos reveló una tragedia que hemos pasado por alto.
“Mira soy su hermana y muy a mi pesar te digo que se suicidó, estamos en shock, sabíamos que estaba muy deprimido por el aislamiento…”.
Así, cruda, a rajatabla, algunos lo calificaron sin tacto, pero así respondió la hermana del cantante a la solicitud de una persona en Twitter: “¿alguien me puede decir de qué se murió Xavier Ortiz (ex Garibaldi) no lo encuentro y la duda me está matando?”.
Aunque serán las autoridades las que determinen si fue suicidio, esto cobra mayor relevancia porque hoy es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio.
La pandemia por Covid-19 ha puesto el tema en la palestra. La depresión, ansiedad y otros trastornos emocionales han aumentado y con ellos los suicidios, en todo el mundo. Se trata de un problema de salud pública.
Por el momento, no hay cifras que revelen la magnitud del problema, pero la conducta suicida ha aumentado. El año pasado, la tasa de suicidios en nuestro país era de 5.2 por cada cien mil habitantes.
Según estimaciones, de expertos en el tema, este año, debido al aislamiento social, el estrés y la crisis económica, podrían incrementar hasta en un 20 por ciento los suicidios. Los jóvenes entre 15 y 29 años son los más afectados. En ellos, representa la segunda causa de muerte.
Los suicidios se cometen en momentos de crisis, cuando no se tiene la capacidad para afrontar situaciones difíciles.
La OMS señala que los trastornos mentales como depresión, trastorno bipolar, abuso de drogas y esquizofrenia están asociados a los suicidios, en la mayoría de los casos.
Llevamos más de medio año de angustias y preocupaciones. Miedo a contagiarse de Covid-19, tristeza por la muerte de seres queridos, pérdida de empleo y mucha incertidumbre de lo que vendrá en los próximos meses. La depresión ha aumentado.
Quienes se dedican al estudio de las enfermedades mentales, advierten que la depresión requiere mayor y especial atención. Pero, en la mayoría de los países hay un psiquiatra por cada 200 mil habitantes. No hay políticas públicas ni presupuesto suficiente para la atención de la salud mental y las enfermedades mentales siguen siendo un tema tabú.
La depresión debe tratarse al igual que otro padecimiento, como la hipertensión o la diabetes. No se cura echándole ganas.
No es normal sentirse triste siempre, haber perdido las ganas de hacer lo que le gustaba, tampoco tener desesperanza profunda ni tener pensamientos suicidas, no siempre será pasajero. Millones de personas no son diagnosticadas y evidentemente nunca reciben tratamiento.
A finales de julio de este año, el Senado aprobó reformas en materia de prevención del suicidio. Habrá que recordarles que se requiere más presupuesto, estrategias gubernamentales integrales y que sea una prioridad sanitaria para las autoridades de salud. El dictamen está en la Cámara de Diputados, veremos qué suerte corre.
No debemos soslayarlo, el problema es grave, las enfermedades mentales crecen exponencialmente y a pesar de ello, no son prioridad.
La depresión y el suicidio todavía se enfrenta en silencio, sin la atención médica que se requiere. El estigma y la discriminación que sufren los enfermos mentales y sus familias impiden que acudan a los servicios de salud apropiados.
La OMS recomienda invertir en salud mental entre el 5 y 10 por ciento del total del presupuesto en salud. En nuestro país se destina el 2 por ciento y de este porcentaje, el 80 por ciento es para mantenimiento de hospitales psiquiátricos.
Estamos en medio de una crisis sanitaria, sí, pero no debemos descuidar, esos temas de salud pública que ya teníamos encima y que con la pandemia aumentaron.
