El fin de semana se estrenó en las salas de cine del país la versión con actores de carne y hueso del clásico animado de Disney ‘La Bella y la Bestia’.
Este “remake” ha despertado gran interés en el mundo desde que se supo que Emma Watson –Hermione en la saga Harry Potter– le dará vida a la protagonista Bella como una heroína del siglo XXI. La intérprete británica defendió en diversas entrevistas su participación en el universo de “princesas de Disney” tan criticado por los grupos feministas.
Watson hace referencia a la relación de equilibrio que la heroína de esta película mantiene tanto con su padre como con su pretendiente. Con todo y que la versión de hace un cuarto de siglo representó un giro respecto del cliché de “princesa” tradicional que se tenía hasta entonces, embarcarse en una nueva adaptación seguía siendo una misión arriesgada. El director Bill Condon lo sabía, y por eso eligió a la nueva cara del feminismo de Hollywood para interpretar a su heroína.
Un ejemplo de este riesgo lo tenemos con la columnista Deborah Ross, quien le dedicó una entrega en el diario The Times de Londres: “Sus defensores dicen que ella escogió hacerlo y que esto es feminista, pues el feminismo se trata de darle a las mujeres la opción de escoger. Suena bien, pero se cae al considerarlo por más de un segundo. ¿Es todo lo que una mujer decide un acto feminista? Si decido ser una ‘stripper’, un objeto sexual, ¿soy feminista?”.
Ross concluye que toda elección está moldeada por la sociedad y anota que ni a Hugh Jackman ni a George Clooney (nadie) les ha pedido mostrar “un poco de su pene” en sus entrevistas.
Y es que la polémica acompaña a la película. En días pasados, Watson –quien ha fungido como embajadora de Buena Voluntad de ONU Mujeres y como tal se ha pronunciado por la equidad de género– realizó una sensual sesión de fotos para la revista Vanity Fair. La actriz posó sin sostén, por lo que fue duramente criticada.
Esta controversia se sumó a la originada por el detalle de no llevar corsé en el emblemático vestido amarillo que Bella luce en el baile por los salones del palacio de La Bestia. Según ha revelado la diseñadora del traje, “para Emma era importante que el vestido fuera liviano y con mucho movimiento. Por eso en la reinterpretación que hace Emma del personaje Bella es una princesa activa. No quería un vestido encorsetado o que representara un impedimento en ningún sentido”.
Emma Watson no podía dar mejor respuesta. El feminismo debe darnos la oportunidad de decidir. “El feminismo no es un arma para atacar a otras mujeres. Trata sobre la libertad, sobre la liberación. Trata sobre la igualdad. No sé qué tiene que ver mi pecho en todo esto. Resulta muy confuso“.
Es irritante que, como feministas, tratemos de vestir encorsetados conceptos que impiden el movimiento de una cultura pro mujer. La lucha por la equidad se ha tornado en una batalla campal por decidir si se enseñan o no los pechos o si es válido enamorarse como lo hace la protagonista del filme.
La libertad del ser es un derecho irrenunciable, sin importar la causa. Es hora de que entendamos que el vestirnos de feminismo nos debe convertir en mujeres activas, no entorpecernos. Si el propósito del mismo fue emanciparnos de las imposiciones, de qué hacer y cómo vestir, no podemos salir de una sumisión al machismo para sumergirnos en la sumisión a la causa.
Definitivamente, la historia de ‘La Bella y la Bestia’ no volverá a ser la misma tras pasar los filtros de Emma Watson. Pero también debemos trascender a la emoción del “momento Disney”.
Debe suscitarse el deseo de conocer y organizar el placer que se experimenta al cambiar la realidad, que los espectadores aprendan no sólo cómo se libera al Prometeo encadenado del feminismo, sino también “prepararse para el placer que se siente liberándolo”, Bertolt Brecht.
Saraí Aguilar | @saraiarriozola Es coordinadora del Departamento de Artes y Humanidades del Centro de Investigación y Desarrollo de Educación Bilingüe en Monterrey, Nuevo León. Maestra en Artes con especialidad en Difusión Cultural y doctora en Educación.