jueves 21 noviembre, 2024
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«COLUMNA INVITADA» El otro 10 de mayo

 

En México, la celebración del Día de las Madres es algo casi religioso, la mercadotecnia ha inculcado a las últimas generaciones la obligación de las flores y regalos para el ser dador de vida, para el amor más puro y sublime.

Y no está mal.

Antes del COVID-19 los 10 de mayo eran pura fiesta, en los hogares reuniones con todos los integrantes de las familias para festejar a las matriarcas. Los regalos elaborados en las escuelas, las flores, globos y presentes no podían faltar. Los restaurantes a tope, pastelerías, florerías y demás tiendas donde comprar la demostración de amor, estaban a reventar, por lo menos hasta el año pasado. Ahora fue distinto.

Como distinto ha sido para muchas madres que su día, su 10 de mayo ha cambiado desde que el hijo o la hija está desaparecido, aquellas madres que tienen la vida apagada, cuya única ilusión es encontrar el pedazo de corazón que nadie sabe dónde se encuentra y que le fue arrebatado. No hay una edad determinada entre los hijos e hijas desaparecidas, tampoco un patrón definido, sin embargo lo que si es un común denominador son las madres que tienen el sabor amargo, el día y la noche son iguales, siempre están esperando.

Seguramente cada timbrazo del teléfono debe cimbrar su alma, quizá la carpeta de investigación es hueca, al igual de como se sienten por dentro esas madres, que se cuentan por miles en México, tienen un día gris, de hecho todos sus días son así de nublados.

Las madres de desparecidos dicen que no tienen nada que celebrar y es verdad, pues una cifra de más de 61 mil personas es indicativo de acciones inconclusas por parte de las autoridades que lastiman los derechos fundamentales de las víctimas de desapariciones forzadas, la afectación en el seguimiento de las diligencias y en su caso del debido proceso.

También se les vulnera su derecho humano a la verdad, que influye directamente en el desarrollo del proceso penal, pues existe la obligación del Estado de prevenir, investigar y sancionar las conductas contrarias a derecho, en este caso, la comisión de un delito.

Esas madres de familia que no saben el paradero de uno de sus hijos o hijas, en otro tiempo padecen de la burocracia institucional, y en esta pandemia deben estar pasándoselo definitivamente muy mal, pues muchos juzgados e instituciones están trabajando con el personal mínimo para evitar contagios, por lo que las diligencias o el seguimiento del proceso debe estar inactivo.

Por ello, la oficina en México de la ONU se ha pronunciado para que las autoridades ante la pandemia continúen con la búsqueda y siga el curso de las investigaciones con acciones puntuales que no violen las medidas de protección a la salud e hizo un llamado para que haya respuestas coordinadas y efectivas respecto del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, el Sistema Nacional de Búsqueda de Personas y los mecanismos de identificación de cuerpos no reclamados.

Aunado a ello, debe ponerse en marcha el Plan de Implementación de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, que existe en la vida jurídica desde 2017, pero que tiene pendiente su aplicación para así cumplir con el mandato constitucional establecido en el artículo primero y con las recomendaciones que México ha recibido por parte de organismos internacionales, además de que es una constante en las demandas de diversos colectivos de derechos humanos, de las víctimas y sus familias en el país.

Debe reconocerse que el Gobierno Federal aprobó que en el segundo semestre de este año el Comité de la ONU contra las Desapariciones Forzadas realice una misión especial, lo que se venía buscando desde el lamentable caso de los normalistas de Ayotzinapa.

Pero esa acción no es suficiente, no debería desaparecer ninguna persona nunca, y si sucede el Estado debe ejercer todo su poder para resolver y sancionar el hecho.

No existe en un día de las madres, ni en cualquier otro una sola palabra que consuele el corazón de una madre que desconoce el paradero de su hijo o hija amada, el Estado debe actuar en consecuencia, es su obligación.

#HastaEncontrarles es un grito ensordecedor, que debe ser apagado con respuestas, con asuntos concluidos, con la verdad, con ninguna madre en vela esperando a su hija o hijo.

Ese es el otro 10 de mayo que nadie quisiera vivir en carne propia, pero que lamentablemente en México es una realidad con tantas personas desaparecidas, ante este panorama una madre no quiere más regalo que volver a ver a quien tanto ama.

 

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