domingo 24 noviembre, 2024
Mujer es Más –

 

La mujer es el motor que transforma las naciones, esto quedó evidente desde la Revolución Industrial y hasta la Revolución Tecnológica. En México, las féminas han sobrevivido a la pobreza, el analfabetismo, la injusticia, la desigualdad y la violencia. En tiempo revolucionario, las Adelitas fueron vitales, igual estaban al frente de la batalla, como alimentando y sosteniendo emocionalmente a los miembros de la tropa. Hoy, las mujeres periodistas jugarán un rol nunca antes visto para obligar a este convulso país a cambiar. La reportera que critica, indaga y conoce “el viejo truco de reportear” (como dijera el maestro Gerardo Galarza) será crucial ante el actual escenario adverso que enfrenta México.

Una mujer protagonista en los medios de comunicación está obligada a conocer la realidad que impera en su nación. Ella vive todos los roles sociales, como cualquier mujer, pero además, su acceso a información de primera mano, la impulsa a alertar sobre urgentes necesidades para evitar catástrofes. Su vital aportación consiste en tocar sensibles fibras sociales y forzar al gobierno a generar cambios. Lograrlo es una hazaña que las vuelve heroínas de la información porque son amenazadas por al menos cinco fuegos:

El fuego del Poder. “¿No les da vergüenza lo ocurrido?”, cuestionó a rajatabla una reportera sinaloense a los altos mandos de seguridad en el país, tras liberar a Ovidio Guzmán. Esas voces críticas, temerarias, implacables, aunque no generen respuestas creíbles de sus interlocutores, hacen eco en miles de mentes.

La reacción de los gobernantes, vez tras vez, ha sido una falta de respeto a la labor reporteril. Los políticos en turno han llegado al nefasto grado de sembrar a “cualquiera”, haciéndolo pasar por periodista para generar preguntas cómodas al entrevistado. En México está permeando un discurso de rencor contra el periodista. Algunos gobernantes intentan limpiar sus errores con las aguas de la crítica reporteril, pero solo las dejan turbias y hediondas. Peligrosamente ese discurso de odio ha fructificado en mentes de individuos que participan en movimientos intolerantes, su reacción se vuelve contra del periodismo en general, ahora ven a un reportero como enemigo en lugar de su aliado social.

El fuego violento del crimen organizado ha sido implacable contra las mujeres sean periodistas o esposas e hijas de periodistas. El objetivo es claro, inhibir la publicación de información crítica. Muchos de esos ataques terminan en la muerte del profesional, y lo peor, el asesinato queda impune.

El fuego de la desigualdad. En los medios de comunicación, las mujeres reciben sueldos más bajos que los varones, aunque desarrollen la misma labor. De hecho, son pocas las féminas que han logrado escalar a puestos directivos en consejos editoriales. Sin embargo, su labor en el diseño de muchos diarios es de gran valor para despertar la sensibilidad de lectores, televidentes o radioescuchas. Las reporteras además de sobrevivir a exhaustas jornadas laborales, al llegar a casa siguen cumpliendo su rol con los hijos y como jefa de familia, en la mayoría de los casos.

El fuego amigo. No hay enemigo más temido por una mujer que otra mujer. En los medios de comunicación, lastimosamente ese combate es cruel y despiadado.

El fuego virtual. Las opiniones críticas, inteligentes, visionarias, que van más allá de un dicho incendiario, suelen ser respondidas con mensajes de “perra”, “amargada”, “fifí” y otros adjetivos denigrantes usados por “seguidores” en redes sociales; los ataques suelen hacerlos personas cegadas por ideologías, por discriminación o incluso mercenarios (pagados por persona o grupos con un interés definido) desde cuentas falsas.

Recientemente, el Centro Knight Ut y la IWMF (International Women´s Media Foundation) solicitaron en sus redes sociales, nombrar a una mujer periodista de América Latina, digna de admiración, promoviéndola con el #JournoHeroes, los nombres que vinieron a mi mente fueron de inmediato: Ivonne Melgar, Patricia Betaza, Marissa Rivera y otras colegas. Mujeres incansables, intrépidas, que critican, que proponen, que exigen y que aportan su talento, experiencia, fuerza y recursos económicos; pero sobre todo que logran una hazaña inaudita: dar la mano a otra mujer para juntas ir caminando y transformando territorios inimaginables, pero comenzando con nuestras pequeñas trincheras.

Ese fuego ardiente transformador, ese sí, nunca debiera agotarse.

 

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