No se trata de juzgar el comportamiento de una persona en los encargos públicos por asuntos personales, sino por el desempeño de la tarea, ya sea que le fue conferida como representante popular o por designación.
Pero más allá del desempeño, las personas públicas, por su desenvolvimiento en la vida pública y política de nuestro país, tienen historias, de cómo fueron sus inicios, el origen de sus carreras, filias, afinidades, padrinazgos y un sinfín de aspectos que marcan la ruta del porqué determinados comportamientos en la vida pública.
Un caso que en diversos momentos de la historia política reciente ha dado mucho de qué hablar es el de Rosario Robles, una mujer cuya carrera política fue muy reconocida, con un discurso congruente, se posicionó de tal forma que logró gobernar la Ciudad capital del país, actuando previamente como Secretaria de Gobierno, al ganar la primera elección a la Jefatura de Gobierno el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.
Si bien, de la mano de él es como llega a la Jefatura de Gobierno, la primera mujer, lo cierto es que fue sin someterse a la decisión popular, ya que al dejar el cargo el titular, Rosario le sustituyó. Gobernar el entonces Distrito Federal, fue la plataforma perfecta para hacer una exitosa carrera, que a la postre la llevó a dirigir el PRD.
Para ese entonces las mujeres de izquierda veían en Robles a la política de éxito en la que aspiraban convertirse. Estaba al mismo nivel de exposición pública que mujeres de otros partidos tenían en el tiempo que fue dirigente. En esa época al PRI lo dirigía también una mujer, Beatriz Paredes. El PAN tenía a Martha Sahagún, en el papel de primera dama, con toma de decisión, lo que no era menor.
Vino un declive en la carrera de Rosario, acusaciones de corrupción a su alrededor se mencionaban. Caso Ahumada. Los dineros entregados a Bejarano. La campaña de AMLO. Video-escándalos. Una relación amorosa. Todo eso mientras ella fue dirigente nacional. Un sabático, que duró más de un año.
El tema personal, es eso y es solo de ella. No es tema. Pero lo que si, es su retorno a la política, con camiseta de otro color, más de un sexenio después regresa. Pero esa llegada, ya no tuvo el impacto de su primer gran ascenso cuando gobernó el entonces D.F., pues ya no era esa mujer que varias querían imitar.
El olor a corrupción la acompañó en los encargos que tuvo en el sexenio pasado y hoy, la tienen con carpeta de investigación abierta, en un proceso penal que más allá de la gravedad del delito dejarán sembrada la semilla de que a los altos funcionarios, secretarios de Estado, gobernantes y hasta el jefe del Ejecutivo federal pueden ser llamados a cuentas, para que justifiquen sus decisiones y en mayor medida, si esas determinaciones comprometieron recursos públicos.
Otra vez, Rosario en la escena mediática, no se puede dejar de reconocer que se le ve temerosa pero firme, apelando al discurso del presidente de la República, con quien se conoce bien, de que no hay consigna contra alguien en particular.
Pasar de la admiración a las noticias de posibles actos de corrupción no es desconocido para ella, no es la primera vez, lo lamentable es que esta ocasión ha sido por lucrar con la pobreza: presuntos desvíos de recursos públicos en la Secretaría de Desarrollo Social, particularmente en el programa de la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Tiene derecho a pelear y ser tratada bajo el principio de presunción de inocencia, lo debe hacer. Sin embargo, es nuevamente ella, quien en algún momento representó a las mujeres de izquierda, a una mujer triunfadora en política, inteligente y capaz, ahora es acusada por ejercicio indebido en el servicio público.
Ella puede ser el inicio, no de una cacería de brujas, sino de que las instituciones y los procedimientos de este país den resultados.
Si alguien no hizo bien su trabajo, sobre todo en la función pública, debe hacerse responsable de sus actos, pues a cualquier persona trabajadora en alguna empresa, industria y en la misma administración pública, si no cumple con sus horarios, las tareas asignadas y asistencia se le despide, lo mismo debe suceder con quienes son funcionarios de alto nivel.
Rosario ha pasado por todas las tonalidades, desde blanco, brillante y casi destellante, a días grises y lluviosos. Sus más oscuros pueden llegar después del proceso. Este 12 de agosto, ella podría aceptar la responsabilidad del desvío, eso abrirá la caja de pandora.