La generación de mujeres post hijo único en China, todavía inmersa en el dolor de los recuerdos de cuando la prioridad eran los varones.
No pensé que me encontraría con ese tema. Creí que era cosa del pasado. El libro del Enigma Asiático de Carolin Philipps había cobrado vida. Todo sucedió en dos momento paralelos en un tiempo-espacio. Primero fueron las múltiples conversaciones con mi amigo Elías durante un viaje de negocios al que lo acompañé en el interior de China. Sin conocer la obra, me habló de la experiencia de una mujer muy cercana a él durante el periodo de la política de hijo único que data del año de 1978, la cual buscaba controlar el crecimiento poblacional y quien estuvo a punto de morir de hambre debido a que su madre desviaba todos los recursos alimenticos con los que contaba para concentrarlos al hermano, quien era el varón de la casa. De hecho, fue amamantado hasta los 4 años; al hacerlo, la madre también se protegía asegurando los nutrientes para el bebé y para ella. Una especie de supervivencia por su condición de madre lactante.
A lo largo y ancho de China, en dicho periodo, hubo una gran cantidad de abortos, sobre todo cuando se sabía el sexo del bebé. El problema se salió de control a tal grado que el Estado se vio en la necesidad de prohibir y controlar la importación de ultrasonidos. Se dice que el varón tiene sus privilegios. Tratando de entender esto, claro, sin justificarlo, hay que considerar el contexto sociocultural del país que hasta hace poco tiempo era mayoritariamente rural. Los varones, además de preservar el nombre de la familia, eran una garantía de fuerza laboral en el campo y con ello, sustento; las niñas en cambio, representaban en el mejor de los casos, una garantía del cuidado de los padres y por ende una carga. Estas historias, muchas de ellas negadas, han sido un hecho del que nadie habla o son ignoradas por la mayoría. Un tabú, sin embargo, muy a pesar de ello, he escuchado; pasajes que van desde abortos clandestinos que le costaron la vida a muchas mujeres, hasta tráfico de infantes, pasando por eventos milagrosos que salvaron a más de una. A causa de esto, en algunas ciudades de China hay un déficit de mujeres.
Recientemente se modificó la ley (2015) y ahora en caso de que la familia china que así lo desee, podrá tener un hijo más. La medida llega tarde. Hoy en día, el sistema ha orillado a las parejas a concentrar todas sus energías y ahorros a un solo hijo. Las condiciones laborales modernas imponen un nuevo estilo de vida en donde el país está cambiando su rostro rural a uno industrial (urbano) y en donde la mujer tiene que colaborar. Los hijos, en la mayoría de las ocasiones, son cuidados y educados por los abuelos paternos. Ahora comprendo por qué los parques en las mañanas o tardes están llenos de ejércitos de gente de la tercera edad corriendo detrás de un niño, cuidando no caerse o atropellar a otro infante. Todo un espectáculo.
El segundo caso que conocí de primera mano fue el de una mujer en la Universidad de Fudan que recientemente llegó a Shanghái a trabajar luego que logró conseguir su permiso de viaje el cual está regulado por el sistema de control de movilidad interno denominado Hukou, que inició formalmente en el año de 1958 y que controlaba las necesidades del mercado laboral y los espacios educativos del país. El sistema sigue y funciona, además es un mecanismo de seguimiento y ubicación de las personas en todo el país. Al igual que Melisa (nombre extranjero que escogió), su entorno familiar estuvo marcado por su hermano menor. Todas las atenciones de la familia se concentraron en él. No fue sino hasta hace 2 años que gracias a que se casó, pudo salir de su provincia cercana a la frontera con Mongolia. Si el hermano no se hubiera casado, ella seguiría en casa, pero aprovechó la coyuntura y desafió la tradición negándose a cuidar a los padres. Tiene 36 años y a los ojos de la sociedad, es una mujer que difícilmente encontrará un esposo chino. Le queda como opción un extranjero o dedicarse a lo que siempre ha querido: ser emprendedora.
Sin entrar en detalle, las historia que me narra supera por mucho a las que Carolin PHILIPPS describe en “El enigma Asiático”.
China ha cambiado. Es un país que ha transitado a la modernidad y desarrrollo en tiempo, emprero, las secuelas de ello aún prevalecen: las miradas tristes de Melisa cuando se anima a hablar de su dolorosa infancia o las noches de escalofrío y ataques de pánico que la amiga de Elías sufre son una muestra. Quizá haya miles o millones de casos similares. No lo sabemos. Sólo la interacción, sensbilidad y acercamiento con las supervivientes de esta etapa de la China moderna ayudará a a conocer y sacar de los baúles del recuerdo, experiencias, muchas de ellas desgarradoras, de estas mujeres que pertenecen a la generación post hijo unico en China y que con coraje, fortaleza y en algunos casos suerte, han logrado imponerse al legado de ello.
Adolfo Laborde es Profesor Investigador del Tec de Monterrey. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) y de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI).