sábado 23 noviembre, 2024
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«CEREBRO 40» Con todo mi amor para María Sofía

Es muy bonito se mamá, pero es más bonito tener una, siempre lo he dicho, haber sido hijos nos da ese alivio de sentirnos queridos, cuidados y contenidos, nos da la oportunidad de vivirnos un poco niños cada vez.

De ahí la costumbre de siempre buscar volver a nuestras raíces, del gusto por vivir en comunidad, del amor a la propia casa, de la lealtad al núcleo familiar y a la consanguineidad, de la necesidad de apoyarnos, de buscarnos, de reunirnos una y otra vez; festejar al rededor del fuego del hogar los buenos y malos momentos, a reconocernos en nosotros mismos en y frente a los nuestros.

La maternidad es tan antigua como la humanidad, se dice de hecho que la pareja humana inició cuando nos erguimos sobre nuestras dos piernas y la madre necesitó de sus dos brazos para cuidar a su cría, para alimentarla, para protegerla del mundo y confortarla con el calor de su pecho, fue entonces que el macho se paró junto a ella para protegerlos a ambos y ser parte también de este trabajo, para conformar una familia.

Dicen que cada niña que nace, estuvo ya antes en el vientre de su abuela, pues era un óvulo microscópico que ya tenía su madre antes de nacer, por eso debe ser tan importante la alineación femenina, la fuerza de la sangre y el lazo irrompible que sostiene a las generaciones unidas.

En todas las civilizaciones, épocas y razas podemos observar la misma situación, las mujeres siguiéndose a ellas mismas, formando cadenas y constelaciones, caminando una tras otra observando a sus ancestras, a las mujeres que caminaron adelante de ellas y que les marcaron el rumbo, una tras otra como una fila infinita y al final de esa cadena siempre, todas las generaciones, llegan al mismo punto. Al inicio de todo, a la tierra, la madre tierra, Pachamá la llaman algunos, la madre de todos, la que nos vio nacer y ha estado allí desde siempre sosteniéndonos y proveyéndonos, la esencia real y absoluta de la maternidad.

Las mujeres nos debemos lealtad y reconocimiento, somos el resultado de todas las mujeres que fuimos antes, la continuidad de nuestras madres, abuelas (y bueno, algunas como yo, también de sus tías).

No me gusta mucho el día de la madre porque suele ser excluyente, a menos que reconozcamos también que antes que madres, las que lo hemos sido, fuimos hijas y eso si, no hay excepciones, todos y todas somos hijos de alguien.

Mucho más que darnos flores y estrenar vestidos, debemos aprovechar para reconocer y honrar nuestra fuerza, nuestro linaje, la historia que la cadena de mujeres a la que cada quien pertenece ha dejado en el mundo, confirmarnos como eslabón único e insustituible de la historia, enorgullecernos de nuestro lugar en el mundo, saber en qué nos hemos distinguido, cuáles han sido nuestras fortalezas y por ende nuestras debilidades, en qué momento tal vez nuestra cadena se rompió y dejó a alguna de nosotras fuera, sola, desprotegida, traicionada, cuando tal vez dejamos que nos dividieran, o que entrara alguien que no nos reconociera.

No hay pegamentos que mantengan unidos a los grupos, solo nuestras propias manos fuertemente entrelazadas, la intención de mantenernos fuertes y unidas, el escudo que formamos con nuestros cuerpos y el calor que genera nuestro espíritu.

Una mujer que traiciona a otra de su propia estirpe, hace mucho más que eso, rompe una historia de siglos que es muy difícil volver a soldar, cuando una madre suelta a su hija o le da la espalda a su hermana se debilita toda la estructura y tambalean peligrosamente incluso las generaciones por venir.

El día de la madre va más allá que ir con zapatos nuevos y cara de mascota recién comprada a comer fuera, el día de la madre debe recordarnos quiénes somos, nuestras responsabilidades, pero también aplaudir nuestros logros, recordarnos de qué estamos hechas, quiénes fuimos antes, confirmarnos como la fuerza femenina que mueve al mundo, que regala vida, que genera vida de mil maneras, una de ellas es teniendo hijos aunque no es la única, la maternidad no es restrictiva ni limitante solo de quien pare hijos, la maternidad y la energía femenina son mucho más que eso, la mujer da vida teniendo hijos, pero también creando, compartiendo el amor y la pasión que como mujeres llevamos dentro, en grupo y de manera individual renovándonos en nuestro compromiso con el mundo.

Feliz día de la madre a todas y todos, a las madres que somos y a los hijos que fuimos, al amor incondicional que vive en cada quien y que reconocemos en nuestra alma cuando sentimos bajo nuestros pies a la tierra y sobre nuestras cabezas al universo.

 

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