Por Raúl Piña
El 9 de marzo las autoridades la ciudad de Iguala, Guerrero revelaron el caso de un hombre apuñalado por su novia en un motel de la localidad.
Empleados del negocio aseguran que escucharon gritos de discusión y después vieron salir al joven de 29 años sangrando, con las vísceras de fuera y la chica, pidiéndole perdón por haberlo acuchillado.
Más tarde fue intervenido y se le consideró estable.
Lo que desconcierta en este tema, además de la agresión y el casi asesinato de Omar- así se llama- es la insensibilidad que han mostrado tantas personas en las redes sociales.
La historia fuera de causar preocupación, ha sido motivo de “memes” y burlas.
Los mismos hombres han subido fotos con chalecos blindados y/o con sartenes pegados al cuerpo atados con masking tape.
Fotos y memes de mujeres diciendo: “Las igualtecas somos de cuidado” o “Todas deberíamos aprender de las mujeres de Guerrero”
Si ella hubiese sido la atacada, quizás la historia hubiera tomado otro giro, pero es él y parece ser que como sociedad, nos hemos vuelto insensibles, fríos, “curados de espanto” y cada vez nos importa menos lo que le pase al de a lado.
Recuerdo que no hace mucho acompañé a un amigo a levantar un acta a la ahora Alcaldía de Tlalpan, y al hacer la declaración frente al Ministerio Público, éste le dijo que por qué no había arreglado el asunto directamente con su mujer. Mi amigo iba envuelto en arañazos, golpes y sangre de la nariz porque su mujer decidió que lo tenía que correr de la casa porque no le compró un par de zapatillas. Ella más tarde agumentaría que “estaba hormonal”en ése momento.
Lo que preocupa es que el juez no hizo solidaridad con el afectado porque “es hombre”, que oso que un hombre demande a su propia esposa porque ésta le pegó.
Tengo amigos gay que han sido golpeados por sus parejas, y la policía lejos de buscar la manera de ayudar, se burlan. Una vez escuché a un oficial decirle a un joven víctima de violencia doméstica de parte de su novio, que por qué no le había pegado con “su bolsita”
Ha menudo leemos estadísticas de mujeres muertas, desparecidas, violentadas y sé, que los números son aterradores y no se comparan con el de los hombres abusados o asesinados a manos de sus parejas, pero deberíamos estar más enterados de casos de violencia doméstica y familiar contra los hombres.
Ya sé que hay malos hombres y que son misóginos, asesinos, narcotraficantes y corruptos, pero también los hay buenos, y sufren en silencio por el temor a la burla y al escarnio social.
Estoy consciente de que este tema levantará ámpulas y me van a condenar, pero me arriesgo y recibo todo como venga.
Los hombres si lloran.
Raúl Piña. Egresado de Ciencias de la Comunicación (UNAM). Extrovertido, el mejor contador de chistes y amante de las conversaciones largas. Fiel a su familia, de la que adopta honor, valor y mucho corazón. Vive en Toronto, Canadá, desde hace 20 años, pero sus raíces sin duda son 100% mexicanas. Escribe como le nace y como dijo Ana Karenina: “Ha tratado de vivir su vida sin herir a nadie”.