La doble moral daña a la educación sexual.
Hace apenas unos días circuló en medios nacionales una nota que parecía sacada de algún sitio electrónico dedicado a manipular información con fines de entretenimiento. Algunos diputados y asociaciones de padres, en el estado de Nuevo León, convocaron a mutilar libros e incluso quemarlos.
Este acto propio del medievo ocurrió por la presencia de información sexual en los libros de Ciencias Naturales de la Secretaría de Educación Pública. Con el objetivo de cumplir su fin didáctico, la ya “escandalosa información” incluía imágenes de vaginas y penes. Un escándalo para legisladores y asociaciones mencionadas que se jactan de pertenecer a uno de los estados más industrializados y avanzados en el ámbito educativo.
Según las declaraciones que dieron a diversos medios, consideran que la información sexual presente en los libros es la causante de los miles de embarazos entre adolescentes que hay en la entidad.
Al leer la nota, sinceramente, no reí sólo porque el panorama es demasiado aterrador para hacerlo. Recordé una situación en una clase que impartía ante un grupo de adolescentes: hablábamos de discriminación por VIH y un joven de unos 16 años me interrumpió y me dijo: “pero eso a mí no me va a dar”. Ante mi sorpresa y la del resto del grupo, el joven no bromeaba. Él se consideraba sano, y no del perfil de “esas personas que les da esa enfermedad”.
En mi trato con adolescentes, esas historias y otras más son comunes. Las falsas maneras de evitar el embarazo y la nula protección en su actividad sexual son frecuentes.
Aunque parezca descabellado decirlo, la falta de educación sexual puede costar la vida. Al parecer, niños y adolescentes se educan en la calle o en internet y las consecuencias saltan a la vista.
Tenemos resultados desalentadores de un estudio comparativo realizado por la Coalición Mesoamericana para la Educación Integral en Sexualidad, conformada por la Internacional Planned Parenthood Federation (IPPF) y la Red Democracia y Sexualidad. A ocho años de que 17 países latinoamericanos firmaran la declaración ministerial “Prevenir con educación”, México carece de indicadores de las metas alcanzadas y los programas de educación sexual implementados son insuficientes porque en las currículas de las escuelas se difunde información sobre reproducción y VIH, pero se omite hablar de “género” y “placer”.
El tabú hacia los temas sexuales provoca resultados desgarradores. De acuerdo con la senadora Cristina Díaz, México ocupa el primer lugar en embarazos de jóvenes adolescentes entre los países de la OCDE, con 400 mil por año.
La educación sexual en los niveles básicos no es un tema nuevo. Desde 1908 se publicaron en México folletos sobre el tema, también se dictaron conferencias y se incluyó la educación sexual en el departamento de Salubridad Pública. En 1930, siendo director de la ENP el Dr. Pedro de Alba, se instituyó la materia de Higiene de la Adolescencia y de la Juventud, programa elaborado por el Dr. Santiago Ramírez (Mesta Martinez y Espinoza 1995). Las protestas y golpeteos en prensa fueron también notorios en esa ocasión. Por desgracia, a casi 100 años, la doble moral, el fanatismo y el oscurantismo no han perdido terreno. Se afianza en medio de un panorama aterrador: adolescentes arriesgando su vida sin información veraz y niñas convirtiéndose en madres porque carecen de asesoría y derechos necesarios para decidir en libertad.
Y mientras tanto, nosotros, los adultos, perdemos el tiempo quemando libros como si las cenizas pudieran borrar la realidad.Es tiempo de entender que la peor política educativa es no enseñar y callar.Desembaracémonos ya de prejuicios e ignorancia.