Un viento enrarecido se cierne sobre la República, como lo reflejan las redes sociales que, incendiarias, se colman de epítomes y majaderías sin fin, invocando demonios que nadie podrá exorcizar.
Yo te digo que eres un pendejo y tu me respondes que tizne a mi madre, así, sin mayor argumento, frente a miles de amigos en Facebook. Chairos contra fifís. Ustedes los ricos, nosotros los pobres. El odio incubándose inexorable. Lo de hoy es destruirnos, primero moralmente, después a balazos.
El NAIM es apenas un pretexto para ventilar fobias de clase. Texcoco versus Santa Lucía, una polémica que contribuye a delimitar los campos de batalla ideológico, económico, social y político. Me recuerdan a los bandos republicano y nacionalista de España, que precedieron a la cruenta Guerra Civil de 1936 y que desembocó en una dictadura.
Hoy que tanto nos desgarramos las vestiduras por lo del NAIM, debiéramos recordar que Fox nos habría evitado el disgusto, si hubiera hecho bien las cosas con Atenco ó Tizayuca, y logrado que en aquel momento se construyera. Tampoco lo hizo Zedillo cuando tuvo la mayoría del PRI en el Congreso, por no hablar de Calderón que ni el intento hizo. Peña con su deshonra, manchó a su obra insignia.
Hoy le toca a un nuevo grupo de mexicanos hacer un esfuerzo diferente por sacar adelante al país, y que -no lo olvidemos- representa el proyecto político más votado de nuestra historia.
Las mayorías se pueden equivocar, es cierto, pero tienen derecho de darse el gobierno que les plazca y hay que esperar, primero, a que dicho experimento empiece a dar resultados. “Por sus frutos los conoceréis” decía Jesús, ¿no?
Estos días he recordado cómo se querían comer vivo a AMLO cuando siendo Jefe de Gobierno del DF impulsó la “ayuda a los viejitos”. Era un populista irresponsable, bolchevique de cuarta. Quince años después TODOS los gobiernos federal, estatales y hasta municipales lo emulan. ¿Entonces?
Si sus opositores logran descarrilar el proyecto obradorista, ¿qué harán con la energía social que lo respalda? Se trata de millones de personas hartas de corrupción, capitalismo de cuates y agandalle, dispuestas hoy a levantar el puño y la voz, pero también en el futuro un arma si se les impone un destino nacional espurio. La campaña de “AMLO no estás sólo” pareciera apuntar en ese sentido.
No estoy hablando de una revolución armada de los chairos sino de una sociedad harta de su clase política toda y de los contratistas gandallas de siempre. Una población exasperada con el PRI, el PAN, el PRD y lo que representan. Más nos vale que a Morena no se le deshaga el país porque no hay nadie hoy capaz de concitar el consenso social, ante semejante colapso, lo que abriría las puertas a un dictador y a la injerencia extranjera. Igualito que Siria, Irak o Libia.
Como dijera el clásico: la pradera está muy seca y cualquier fósforo puede desatar el incendio. El encabronamiento social no se limita a los AMLovers y si los poderes fácticos se ven tentados a torcer la agenda del nuevo régimen, estarían concitando violencia social y política, una guerra económica, magnicidios y demás.
Si hubiera que elegir entre darle la razón a los denominados fifís o a los chairos, diría que los primeros ya tuvieron décadas de oportunidad para desplegar su visión del país, mientras que los segundos apenas la tendrán. Démosles a éstos el beneficio de la duda. Después de todo, están recibiendo un país desmadrado por privatizaciones fallidas, el Fobaproa, una reforma energética cuestionable y una moral pública extraviada. Bienvenida una sociedad crítica pero desacreditar a priori, jamás.