viernes 22 noviembre, 2024
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COLUMNAS GILDA MELGAR

«DOLCE ÁLTER EGO»: ¿Sin popote está bien?

Sé bien que es políticamente incorrecto, anacrónico y hasta de mal gusto no validar las iniciativas globales o campañas ecológicas que buscan “salvar al planeta” erradicando el uso del plástico, pero, honestamente, ¡qué difícil me resulta beber –y hasta disfrutar– los smoothies, frapuccinos y batidos sin popote!

Y es que esta semana que comenzó la famosa canícula (periodo más caluroso del año) me metí a un Starbucks para refrescarme con su frapuccino de té verde. Con mi bebida en mano busqué los popotes, lista para sorber y saborear el granizado, pero ¡no estaban a la vista!

Por fortuna, antes de hacer “el oso” de reclamar o pedirle uno a los empleados, recordé que apenas había leído el anuncio de que la cadena se sumaba a la campaña “Sin popote esta bien”, lanzada en mayo pasado por la Semarnat.

Qué bien por la marca y las tortugas marinas, pero qué mal para mí que soy de la generación –hoy retro– de Vaselina, que creció con malteadas servidas en vasos altos y con pajillas.

En relación con estas “campañas ecológicas”, una persona muy querida opina que una golondrina no hace verano, como queriendo decir que los popotes no son los únicos culpables de que cada vez haya menos ballenas en el mar.

También tendríamos que hacer campañas para erradicar las bolsas, los envases y los platos desechables.

De hecho, esta misma semana el presidente de la industria del plástico cuestionó la campaña lanzada por la Semarnat al comentar que con ésta se “sataniza” a un producto que hoy día –gracias a los avances tecnológicos– incluso “salva vidas”, como con el riñón artificial, que se fabrica a partir del petróleo.

Una declaración del sector empresarial que, a todas luces, responde a la efectividad de la campaña gubernamental, pues tan sólo en dos meses logró disminuir la venta de popotes en 20 por ciento.

Aun antes de que la cadena transnacional de café anunciara el retiro paulatino del plástico de sus tiendas, con la promesa de sustituirlos por tapas ecológicas reciclables para 2019, la emblemática marca nacional de jugos Boing hizo lo propio dando a conocer que cambiarían el envase por un nuevo modelo con tapa-rosca (pero también es plástico, ¿no?).

Asimismo, varias cadenas de restaurantes, como Toks y la Casa de Toño, se sumaron a la iniciativa.

Mientras tanto, y ante el rumor de que el próximo año se emitirá una ley que prohíba, regule o desaliente el uso de los popotes (tal como sucedió con la sal en 2013), empresarios del ramo buscan alternativas para fabricar artículos biodegradables, por ejemplo, a partir de semillas de aguacate o pulpa de caña de azúcar, como lo hace ya de hecho una mínima parte de la industria nacional.

Por supuesto que erradicar el uso de los popotes plásticos no será suficiente para proteger la biodiversidad de nuestros mares, pero quizá tomar conciencia de que una pequeña acción como esa puede disminuir el daño en el hábitat de mantarrayas, tiburones y corales, sí puede lograr que –los de la generación Vaselina– dejemos atrás el doble popote del amor y la creencia de que sorber hasta la última gota de nuestra malteada con una pajilla es algo cool o ultra necesario.

Mejor me voy comprando mi cucharita portátil de madera, no vaya a ser que ahora sí se la tomen muy en serio y hasta en los esquimos del mercado no haya con qué tomar un batido de verano.

Para más información sobre esta campaña 👉 aquí

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