Por. Laura Lizette Enríquez Rodríguez
X: @lauraenriquezr
En México, la desigualdad de género sigue siendo uno de los mayores desafíos democráticos y sociales de nuestro tiempo. Según datos del INEGI, las mujeres dedican más del doble de tiempo que los hombres al trabajo no remunerado, y en el ámbito laboral, la brecha salarial se mantiene, pues por cada peso de ingreso de un hombre, una mujer recibe 65 centavos.
Estas cifras muestran que la desigualdad no es un tema anecdótico, sino una realidad que atraviesa todos los espacios de la vida pública y privada. Pero hay que reconocer que el tema está sobrediagnosticado; lo que urge son voluntades que se traduzcan en acciones, programas y proyectos capaces de reducir de manera efectiva esa brecha. Ante este escenario, resulta imprescindible que desde las instituciones públicas asumamos un papel activo y prioritario para transformar, desde adentro y hacia afuera, en favor de las mujeres.
En el Instituto de Transparencia y Protección de Datos Personales de la Ciudad de México (INFO CDMX) hemos asumido ese compromiso. Desde hace varios años, el Instituto ha impulsado una agenda transversal de igualdad de género que se refleja tanto en nuestro quehacer sustantivo, como en nuestra vida institucional.
A lo largo de casi dos décadas, desde el INFO CDMX hemos resuelto cientos de recursos de revisión relacionados con los derechos de las mujeres. Estos casos han abarcado temas como la interrupción del embarazo, medidas dictadas a favor de mujeres por parte del Poder Judicial, personas deudoras alimentarias, programas como Puntos Violeta, e incluso asuntos de alto impacto social como el caso de Ingrid Escamilla, por mencionar algunos ejemplos.
También hemos impulsado acciones innovadoras como los Talleres Olimpia o la Caja de Herramientas para el Empoderamiento de la Mujer; así como publicaciones y eventos dirigidos a visibilizar la utilidad de la información pública para las mujeres. Actuar con perspectiva de género ha sido para el INFO CDMX una obligación ética y jurídica, entendiendo que lo que está en juego no es únicamente la transparencia y la privacidad, sino la posibilidad real de que las mujeres ejerzan múltiples derechos humanos con plenitud.
Pero la igualdad no solo debe proyectarse hacia afuera, sino también hacia adentro. En el Instituto hemos puesto en marcha acciones internas que nos convierten en un referente de buenas prácticas en la Ciudad. Hoy, 8 de los 10 espacios directivos están ocupados por mujeres; la brecha salarial en el Instituto es del 3.5%, menor al promedio de la capital; y el 46% del personal son mujeres. Además, ampliamos la licencia de lactancia de seis meses a dos años, igualamos licencias de maternidad y paternidad, y habilitamos espacios como el lactario, la ludoteca y cambiadores en baños de mujeres y hombres.
En 2024 recibimos el Distintivo de Igualdad entre Mujeres y Hombres otorgado por la Secretaría de las Mujeres, situándonos como la institución con mayor puntaje en la Ciudad. Todo ello es prueba de que las instituciones sí podemos contribuir a transformar las condiciones estructurales que enfrentan las mujeres en la vida laboral y social.
Estoy convencida de que la perspectiva de género no es un tema accesorio ni una moda, sino un eje transversal que debe permear cada acción del servicio público. Se trata de seguir rompiendo techos de cristal, de abrir camino a las generaciones que vienen y demostrar que la igualdad es una condición indispensable para una democracia plena. El reto es enorme, pero también lo es la responsabilidad que tenemos frente a la historia. Con ello, hagamos lo que nos corresponde.
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