Por. Ivonne Melgar
En la celebración de los casi 36 millones de votos que llevarán a Claudia Sheinbaum a la Presidencia de la República, los diputados de Morena se dijeron listos para reactivar el plan C del presidente López Obrador de 20 reformas, destacando las que eliminarían a los ministros de la Suprema Corte de Justicia, Inai, Cofece, INE y un largo etcétera.
“Está presta la Comisión de Puntos Constitucionales para elaborar el dictamen y que sea votado una vez que se instale el siguiente Congreso General”, dijo la mañana del jueves el coordinador de Morena en San Lázaro, Ignacio Mier, quien será senador en la siguiente legislatura.
El anuncio atizó nuevamente el fuego de la desconfianza en los mercados internacionales, golpeando una vez más la relación del peso frente al dólar.
Y es que ese indicador se observó fluctuante desde el lunes, ante la noticia de que el partido gobernante tendrá la mayoría calificada en el Congreso, es decir, las dos terceras partes de diputados y senadores para reformar la Constitución y transformar la estructura y los balances del Estado mexicano.
Mientras, la Presidenta electa se mostraba contenta en las llamadas de felicitación del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, organismos neoliberales por excelencia, y a cuyos directivos les respondía, afable, según los videos compartidos en redes.
Paralelamente, en el Senado, ese 6 de junio, en la sesión de la Comisión Permanente, en la que Morena, PT y PVEM celebraban el tsunami electoral del domingo como la mejor calificación al sexenio del presidente López Obrador, la derrotada oposición desistió del cuento de fraude para convertirse en escudera de una futura Presidenta autónoma.
Quien mejor representó ese potencial rol de contrapeso de las nuevas minorías fue la senadora Kenia López Rabadán (PAN), jefa de la Oficina de la excandidata presidencial Xóchitl Gálvez.
“Desde aquí le decimos a López Obrador: respete la voluntad popular que votó por la doctora Claudia Sheinbaum, deje, señor López Obrador que ella, como la primera mujer Presidenta de este país, decida su proyecto de nación. ¿Quiere un Maximato? ¿Quiere continuar mandando? (…) Eso es machista y misógino”, cuestionó la futura diputada.
Por supuesto que la refrendada y, a partir del 1 de septiembre, apabullante mayoría no perdió la oportunidad de burlarse de la “enana oposición”. Así le llamó el diputado del PT Benjamín Robles Montoya.
Pero hubo novedades: la insistencia de que la próxima presidenta Sheinbaum gobernará para todos. Aunque, como lo advirtió la diputada Karla Almazán Burgos (Morena), el mandato popular, dijo, fue “profundizar en la reforma del Estado, en el llamado segundo piso de la Cuarta Transformación”. Y remarcó que “habrá cambios en los poderes Judicial, Legislativo y, sobre todo, a los órganos autónomos del Estado”.
Si acaso se coló el deseo aislado de una operación cicatriz en voz del senador Raúl Bolaños (PVEM): “Llegó la hora de sanar las heridas”.
Lo más relevante para fines del parlamento fue la advertencia de fondo, expuesta por muchos y que la senadora Beatriz Paredes (PRI) resumió con el llamado de no confundir la voluntad mayoritaria con una regresión autoritaria, “aunque tenga una vocación de justicia social”.
El futuro coordinador de los diputados de Morena y ahora al frente de los senadores, Ricardo Monreal, dijo que ninguna reforma se haría a rajatabla. “Le ofrecemos a la oposición diálogo, acuerdos por el bien de la patria; así será de manera invariable y ésa es la vocación de nuestra presidenta Claudia Sheinbaum”.
La futura mandataria lo confirmó un par de horas después: “Mi posición es que tiene que abrirse un diálogo, que tiene que evaluarse la propuesta y, en su momento, pues ya aprobarse. Pero tiene que explicarse bien la propuesta, que la conozca el pueblo de México y que pueda abrirse, como normalmente se hace, a través de un parlamento abierto, creo que es importante”.
Sin coincidir con ese tono conciliador, el presidente López Obrador sostuvo que el plan C se concretará porque “la gente quiere eso”, en referencia a la prioridad que le asigna a la reforma del Poder Judicial. Y sintetizó así el supuesto dilema: “La justicia está por encima de los mercados”.
Y si bien “la gente quiero eso” en 60 por ciento, de acuerdo con los votos del domingo, hay otro 28 por ciento que no está de acuerdo y que se aglutinó en torno a la candidata Xóchitl Gálvez y a la coalición PAN, PRI, PRD, cuyo mandato legislativo será representar la voluntad de 16. 5 millones de votos.
Desde la perspectiva del Presidente saliente, ese pedazo de México deberá conformarse con ser una minoría sin consecuencias.
En palabras de la Presidenta entrante, esos ciudadanos que optaron por la oposición también serán escuchados, como procede en una democracia en la que se construyen bienes públicos.
Según anunció López Obrador, este lunes hablará con ella para diseñar la estrategia sobre el plan C.
Así que, más allá de los enjuagues y arreglos en los oscurito que tradicionalmente hacen los partidos, la oposición ciudadana que Xóchitl Gálvez lideró necesita tomarle la palabra a Claudia Sheinbaum y darle el beneficio de la duda, antes de apostarle al incumplimiento de su oferta de cambio.