Por. Saraí Aguilar
Liliana creyó que era su momento de librarse de una tortuosa relación. Pero su invencible verano fue alcanzado por el inminente invierno de la muerte. Una muerte que no debió ser, como la de miles de mujeres en este país. La diferencia es que trascendió el silencio que le impuso un novio despechado, feminicida en fuga y su hermana le dio voz a su historia.
La autora mexicana Cristina Rivera Garza ganó la semana pasada el Premio Pulitzer en la categoría de “Memoria o Autobiografía” por El invencible verano de Liliana, una obra en la que aborda el feminicidio de su hermana menor ocurrido en 1990.
“Una historia de género sobre la hermana de 20 años de la autora, asesinada por un antiguo novio, que mezcla memorias, periodismo de investigación feminista y biografía poética, unidos con una determinación nacida de la pérdida”, argumentó la organización de estos premios, dependientes de la Universidad de Columbia en Nueva York, al concederle el galardón.
La historia, por desgracia, no fue algo fuera de lo común en un país que ha normalizado la violencia contra las mujeres. El 16 de julio de 1990, Liliana Rivera Garza fue encontrada muerta en su departamento en Azcapotzalco, Ciudad de México. Tenía 20 años, era estudiante de arquitectura “con buen oído para la poesía y le gustaba escribir cartas en cuadernos de papel cuadriculado”. Pero, su destino fue marcado por Ángel González Ramos, quien decidió la hora de su muerte, porque podía, porque la impunidad lo ampararía. Y no se equivocó su feminicida, quien logró escapar por 30 años pese a que tiene una orden de aprehensión por el asesinato —ahora identificado como feminicidio.
Y justo esa es una de las peleas que da Cristina a través de su libro. La reclasificación del crimen de su hermana como feminicidio y no con la terminología revictimizante de “crimen pasional”. La justicia social, porque la punitiva, la judicial, no ha llegado y cada vez se ve más lejana.
Cristina abrió una cuenta de correo para recibir información o pistas que lleven al feminicida, al ver la inacción de las autoridades. A través de datos recopilados se ha supuesto que el sujeto se mudó y vivió en el sur de California, en Estados Unidos, bajo el nombre de Mitchell Angel Giovanni; sin embargo, se une a la segunda hipótesis, misma que determina que falleció el 2 de mayo de 2020 ahogado en Marina del Rey.
Cristina tiene cierta noción de que podría ser cierto pues le enviaron un link con un “velorio digital”, a la usanza de 2020, con el mundo de pandemia. En este enlace había condolencias por parte de familiares con sus apellidos provenientes de México, además de que la persona que estaría siendo velada tenía la misma fecha de nacimiento —18 de abril de 1967.
Pero aun con esta información se sigue en la incertidumbre. Pues tras tener todos estos datos, la autora refirió que los compartió todos con la oficina de Alicia Rosas Rubí, entonces subprocuradora de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX); sin embargo, es fecha en la que no tiene alguna respuesta sobre si falleció o no el supuesto feminicida de su hermana. (Infobae).
Al parecer Ángel decidió la hora de su muerte, la Fiscalía decidió no hacerle justicia, pero Cristina apoyó a Liliana a tener su verano invencible aun en la postrimería.