viernes 03 mayo, 2024
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COLUMNAS SARAÍ AGUILAR

EL ARCÓN DE HIPATIA: No es Temach, somos todos

Por. Saraí Aguilar

@saraiarriozola

 

A veces, creemos que erradicar las violencias de género y eliminar la visión patriarcal son ejercicios que le tocan en exclusiva al poder o que son su responsabilidad absoluta.

Sin embargo, simplemente con voltear a nuestro entorno se comprueba que no solo el infinito no tiene límite, sino la descomposición social en la que estamos inmersos tampoco.

Esto aplica perfectamente para el trending topic de la semana pasada que involucró al creador de contenido Temach y su reunión de adoctrinamiento para “hombres alfa”, así como al rito de iniciación al que se sometieron sus seguidores de acuerdo con videos que circularon en redes sociales.

En los videos se puede observar al influencer dando un mensaje a sus fans en una reunión al aire libre realizada en noviembre de 2023, donde se estima que hubo más de 100 personas, algunas de las cuales recibieron un collar que el creador de contenido les colocó en el cuello. Esto forma parte de un curso ofertado por el Temach. Así, decenas de jóvenes se reunieron con el fin de formarse en ‘El Ejército de los Compas’.

De acuerdo con notas periodísticas, en el discurso previo a que los seguidores recibieran su collar, el influencer dijo con un megáfono que sus fans que no tenían novia era porque “las mujeres no los merecen”.

Acto seguido, los jóvenes aplaudieron y aclamaron al creador de contenido (El Sol, 2024).

Si bien en el país hay libertad para asociarse, incluso en una secta, el mayor problema es que muchos de los seguidores del Temach son menores de edad, quienes están siendo en teoría aconsejados –por no decir manipulados– por un hombre de casi 40 años sin ninguna formación profesional.

Esto resulta irónico, pues él mismo contestó en sus redes a una persona que lo cuestiona: “Ni te topo pero tus fantasías están bien torcidas, deberías buscar ayuda profesional en lugar de estar buscando atención”.

Algo que ni a sus seguidores sugiere.

Y más allá del escándalo en redes que fue más por sorna que por preocupación genuina, ¿qué estamos haciendo como sociedad para que personas se puedan sentir identificadas con discursos de odio y puedan sentirse guiados por ellos?

Es una realidad que, a nivel mundial, la presencia de los llamados influencers ha sido imparable. Personas con acceso a internet con un dispositivo móvil se han convertido en gurús de opinión incluso en temas especializados, sin ellos ser especialistas precisamente.

Y tal vez en temas superficiales no hay mayor problema que ciertas opiniones o la promoción de marcas. Pero el tema cambia cuando se busca supuestamente visibilizar los problemas de la masculinidad sin un tratamiento serio o mínimamente profesional.

Es urgente que como sociedad nos responsabilicemos más allá de viralizar a estos personajes. Que asumamos responsabilidad por las consecuencias de dar cabida a discursos radicales sin importar de donde vengan… antes que sea muy tarde.

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