La encarcelada activista iraní Narges Mohammadi reclamó este domingo, por medio de sus hijos, al recibir el Nobel de la Paz en el ayuntamiento de Oslo, apoyo internacional para acabar con un régimen iraní “en su nivel más bajo de legitimidad y respaldo popular”.
“La juventud de Irán ha transformado hoy las calles y los espacios públicos en un escenario de resistencia civil generalizada. La resistencia está viva y la lucha perdura”, señaló Mohammadi en un discurso escrito desde la cárcel de Evin (Teherán) y leído, por deseo de la premiada, por Kiana y Ali Rahmani, sus dos hijos gemelos de 17 años.
Watch the very moment Narges Mohammadi’s children collected this year’s Nobel Peace Prize medal and diploma on behalf of their mother who is currently imprisoned. Mohammadi was awarded the 2023 Nobel Peace Prize for her work on human rights.
Learn more: https://t.co/8gkwD5Cuqb pic.twitter.com/NdB3HXNZNv
— The Nobel Prize (@NobelPrize) December 10, 2023
Huelga de hambre
Mohammadi, de 51 años y que hoy comenzará una nueva huelga de hambre para solidarizarse con la persecución a la minoría religiosa bahaí en su país, se mostró “confiada” en que “la luz de la libertad y la justicia brillarán intensamente en la tierra de Irán”.
La galardonada, “una de las millones de orgullosas y resistentes iraníes alzadas contra la opresión, discriminación y tiranía”, resaltó que el movimiento “Mujer, Vida, Libertad”, nacido el año pasado tras la muerte de Mahsa Amini, arrestada supuestamente por violar el código de vestimenta, es una continuación de luchas históricas.
“Este movimiento ha contribuido significativamente a expandir la resistencia civil en Irán, abarcando movimientos de mujeres, jóvenes, estudiantes, profesores, activistas y otros. En esencia es un movimiento por el cambio fundamental”, dijo en un discurso leído en francés, ya que sus hijos residen desde hace años con su padre en el exilio en París.
Acusa a Irán de discriminación religiosa, género y étnica
El régimen iraní ha bloqueado sin embargo cualquier cambio, reduciendo la participación política a “cero”, respondiendo con “arrestos, encarcelamientos y balas” a las demandas de democracia, sostuvo Mohammadi, quien acusó a Teherán de discriminación religiosa, de género y étnica, así como de promover la injusticia y la corrupción.
La activista aseguró que el movimiento sigue “vivo y dinámico” pese a todo y, aunque agradeció el apoyo de organizaciones y medios globales, criticó a Occidente por falta de “atención seria, coherencia práctica y enfoque proactivo”.
“Las políticas y estrategias de los gobiernos occidentales han sido inefectivas para empoderar al pueblo iraní para lograr sus objetivos”, lamentó Mohammadi, quien sucede en el palmarés del Nobel de la Paz al bielorruso Ales Bialiatski, el ucraniano Centro para las Libertades Civiles y la organización rusa Memorial.
El uso del hiyad, un medio para mantener la autoridad y sumisión
Mohammadi, quien recordó a su compatriota Shirin Ebadi (Nobel de la Paz en 2003 y presente hoy en la ceremonia), defendió que el uso del hiyab no es una obligación religiosa ni una tradición cultural, sino un medio para mantener la autoridad y la sumisión.
EFE